La presión social

¿Cuántas veces desconfías de ti mismo por dejarte guiar por la opinión pública y la presión social? ¿Cuántas veces olvidas tu verdadero valor para buscar incansablemente la aprobación social en lo material? Y por lo mismo, ¿Cuántas veces actuamos con falta de autenticidad, soberbia y vanidad?

La presión social se puede definir como una fuerza que influye en el comportamiento libre de las personas, empujándolas a actuar de una u otra manera. La presión social surge cuando una persona le concede un peso desordenado a la opinión pública. 


Es decir, cuando se le da importancia de más a lo que la sociedad opina, a sus normas, costumbres y modas, hasta el punto en que la concordancia con la sociedad y su aprobación se vuelven lo más importante. 

Así, la presión social acaba por guiar y empujar la conducta de estas personas hasta el punto en que pierden autonomía y libertad, y se esclavizan a la opinión social. 

Se manifiesta de muchas maneras: falta de autenticidad, consumismo, relativismo, materialismo, racismo y discriminación. 

El famoso que dirán es una manifestación de esta presión, y constituye una agobiante preocupación para muchas personas; es estresante y contraproducente.  Puede llegar a convertirse en una especie de terror a hacer el ridículo, y a ser rechazados o calificados como inferiores. 

Otra de ellas es el consumismo, el cual consiste en la acumulación de bienes, con frecuencia innecesarios y superfluos, ordenados a la ostentación y obtención del llamado status social. Entonces la persona resulta esclava de las cosas, dominada por ellas, viviendo un asfixiante materialismo.

La respuesta ante la presión social es la sencillez, que supone reconocer el verdadero valor que tenemos como personas, el darles un adecuado significado a las cosas y ordenar nuestra jerarquía de valores. 

Un hombre o una mujer sencilla: utiliza con mesura la palabra, tiene un lenguaje comprensible y adecuado a la ocasión, evita hablar en todo momento de sus logros y aciertos; viste con decoro sin llegar a ser estrafalario. Tiene buenos modales, adquiere y posee los bienes que son necesarios, evitando el lujo inútil o el capricho, y siempre trata a todas las personas por igual sin importar su situación social, económica, creencias, raza, religión o apariencia. 

La sencillez es la virtud que lleva a uno a mostrarse tal y como se es, y a reconocer que lo que se tiene se es dado para ponerlo al servicio de los demás. La respuesta ante la presión social es en definitiva la práctica de la sencillez.

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