Popular, pero no indignado

Identificar la violencia verbal hacia las mujeres ha costado mucho tiempo y esfuerzo. Frases que pudieran parecer simples expresiones cotidianas a las que la “sociedad se acostumbró”, que realidad son agresiones, ahora son más fáciles de visibilizar, pero no estoy segura si sean más fáciles de combatir.

Por ello, no puedo más que señalar lo desafortunado y misógino que fue, sin duda, el comentario en X (antes Twitter) de Vicente Fox. El expresidente no midió sus palabras y se ganó el rechazo de la opinión pública. En su periodo como presidente de México fue igualmente señalado cuando, irresponsablemente, comparó a las mujeres con una lavadora.

Nadie pretende justificar las palabras del guanajuatense de 81 años y al que el movimiento feminista lo sorprendió como mandatario primero y ahora como activo participante en la política nacional.

La condena pública no tuvo sólo como consecuencia el repudio de una parte de la población; mujeres, jóvenes y periodistas lo enfrentaron en las redes. Lamentablemente, la “defensa” se dio con el mismo nivel de insultos y además, su cuenta de X fue cancelada.

Y aunque no tenemos claro qué pasó -pues mientras algunos aseguran que la empresa no suspendió su cuenta, sino que Fox Quesada tuvo que bajarla, y otros presumen el “poder” de sus relaciones personales y envían mensajes en redes sociales que “sus influencias” lograron la cancelación-, lo cierto es que la respuesta ha detonado una espiral de violencia que dicen no debe permitirse: “con la fosfo fosfo nadie se mete, perro”.

La agresión verbal ha escalado de manera significativa, al grado tal que es prácticamente imposible diferenciar entre víctimas y victimarios, lo cual debería llevarnos al cuestionamiento social de si con ello, estamos evitando la violencia hacia las mujeres o si, de plano, nos hemos quedado en la superficie de los dichos para evitar enfrentar los hechos.

Vicente Fox pagará un costo más alto que la simple eliminación de su cuenta de X. Con su expresión seguramente borrará, de golpe, el acompañamiento de su gobierno a las mujeres, entre lo que destaca la creación, por decreto, del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), la aprobación de la píldora del día siguiente como política de salud pública e incluso, el impulso de la Comisión Nacional para la Defensa de los Pueblos Indígenas que encabezó Xóchitl Gálvez.

Es una pena que los esfuerzos del primer gobierno panista y sus avances a favor de las mujeres mexicanas, se eclipsaran por un actuar imprudente.

Es una pena que la consolidación de instituciones y programas que mucho podemos destacar de los gobiernos panistas, se desdibuje con el peso de las palabras.

Es una pena para las mujeres que militamos en Acción Nacional enfrentarnos al ataque constante de quienes nos niegan los méritos de contribuir a la lucha para la defensa de los derechos de las mujeres, porque el argumento se basa sólo en las expresiones desafortunadas y reprobables, pero se anulan los logros en la política pública.

Pero más aún lamento que, ante el inmenso ruido que genera este tipo de actos –que por supuesto debe atenderse-, todo se centre en los efectos electorales de estos momentos de campaña, mientras que la desaparición de nuestros derechos en el ejercicio de gobierno de López Obrador pase desapercibido para muchos de los que mostraron su indignación en las redes sociales.

Ante la avalancha de juicios inquisidores emitidos desde el tribunal digital, todo parece indicar que en las redes cobra mayor peso ser popular pero no indignado.

Las redes sociales permanecieron casi silenciosas con la desaparición de las estancias infantiles.

Las redes sociales permanecieron semi ausentes con la eliminación del Fondo de Gastos Catastróficos para la atención del cáncer.

Las redes sociales no fueron capaces de hacer entender al gobierno morenista y al presidente Andrés Manuel López Obrador, que defender a uno de sus amigos de acusaciones de violación, era un atentado contra las víctimas que buscaban acceso a la justicia.

En estos años hemos padecido desde la postulación de cercanos al tabasqueño con acusaciones de violación hasta el impulso a acosadores y violentadores, pasando por la negación de atender a familiares de desaparecidos y la eliminación de programas y recursos que atendían las violencias de miles de mujeres que no tienen la fortuna de ser el centro de atención de este gobierno.

Las redes sociales poco se escandalizaron cuando se normalizó, desde Palacio Nacional, el matrimonio infantil.

Las redes sociales guardaron silencio ahora que fue nombrado vicepresidente en el Senado, un legislador que pertenece a los que dicen distinguirse por conformar la “nueva política”, acusado de violencia contra su esposa desde que tomó protesta en la Cámara Alta.

Las redes sociales se volcaron a favor de un personaje que llamó “facilona y piruja” a su esposa y que para colmo… lo hicieron gobernador (claro, con la generosa ayuda del que habita en un palacio).

Todos estos acontecimientos han puesto además, al desnudo, que para algunos actores es más importante la popularidad y la fama que atender, con seriedad, los insultos hacia su compañera de vida. No hubo preocupación o indignación por la agresión verbal, sino un “pinche Fox me va a quitar la nota” y días después, el no indignado lanzara sólo insultos y descalificaciones a miembros de la clase política, todo sea por la popularidad y… los votos.

¡No, en estos casos, lo importante no debería ser, por ningún motivo, ganar votos! Lo importante debe ser erradicar de una vez y para siempre, la cultura machista que nos lastima y en muchas ocasiones nos mata.

Y para cerrar con broche de oro, el autodenominado meme de las redes sociales demostró que su “nueva política” no es diferente a la que practican sus velados patrones políticos, cuyo patriarca mueve los hilos desde Palacio Nacional. Baste ver lo qué pasó en el Congreso de Nuevo León.

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