Mientras la economía mexicana está 3.8 por ciento arriba del máximo histórico observado en 2018 y el Producto Interno Bruto (PIB) por habitante se acerca a su nivel prepandemia, el Índice de Progreso Social (IPS) apenas se encuentra 0.6 puntos por arriba del nivel de 2019, sobre una escala de 100, de acuerdo a un análisis elaborado por México, ¿cómo vamos?
En conferencia de prensa, al presentar el Índice de Progreso Social 2022, Sofía Ramírez Aguilar, directora de México, ¿cómo vamos?, afirmó que “sin crecimiento económico no hay prosperidad, pero el crecimiento por sí solo no es suficiente. Se necesitan mejores servicios como salud y educación para todas las personas”.
Destacó que los resultados del reporte dejan varias lecciones, entre las más destacadas que el crecimiento es condición necesaria para el bienestar; que la resiliencia es mayor en contextos de mayor progreso social; que el nearshoring llega preponderantemente a donde existe una alta calidad de vida, y que la apertura comercial conlleva oportunidades para una mayor prosperidad.
El Índice de Progreso Social (IPS) es una medición del desempeño social en las entidades del país y es independiente de factores que miden ingreso o gasto. El índice se calcula a partir de un rango de indicadores sociales y ambientales que capturan tres dimensiones del progreso social: Necesidades Humanas Básicas, Fundamentos del Bienestar y Oportunidades.
Con respecto al índice de Necesidades humanas básicas y fundamentos del bienestar, el estudio recomienda incorporar a más personas a servicios de salud pública, toda vez que según los hallazgos del informe en 2022 se observó un incremento muy significativo en el porcentaje de la población con carencia en acceso a servicios de salud; destacó que en 2018 el 16.2 por ciento de la población estaba en esta situación, mientras que en 2022 la cifra llegó a 39.1 por ciento. Este aumento está acompañado de mayor gasto de bolsillo de los hogares tanto en lo que corresponde a su salud, así como de una transición de atención en instituciones públicas hacia privadas.
Resaltó que los montos, en términos presupuestarios, que se destinan a salud se encuentran por debajo del seis por ciento del PIB recomendado por la Organización Panamericana de la Salud.
El informe señala que el acceso universal a la salud debe ser un objetivo prioritario que debemos trazarnos como país y como sociedad, aunque para alcanzarlo se deben contar con las fuentes de financiamiento (ingresos públicos) necesarias, así como la priorización del gasto en salud.
En lo concerniente a la medición de Fundamentos del bienestar y oportunidades, considera que es necesario impulsar un modelo de desarrollo incluyente que tenga como pilares el capital humano de calidad y la sustentabilidad medioambiental.
La generación de energía limpia, suficiente y un sistema educativo que desarrolle capital humano especializado habilitará a México para participar de la economía digital, permitiendo mayores tasas de crecimiento económico acompañadas de mejores condiciones medioambientales y oportunidades que se traduzcan en mayor progreso social, abunda el análisis.
En el índice de Oportunidades, se destaca que es fundamental sentar las bases para el desarrollo de un mercado laboral formal. El estudio destaca que los hogares con trabajos formales son más resilientes, pues además de acceso a servicios de salud, inclusión financiera y otros servicios y protecciones sociales vinculadas al empleo formal,
tienen mayores salarios y prestaciones como capacitación laboral que permiten un mayor progreso social.
Por último, al referirse al nearshoring, el estudio resalta que México cuenta con la oportunidad de tener un mayor crecimiento económico por la atracción de inversión asociada a la relocalización de cadenas productivas hacia nuestro país por su posición geográfica, tratados de libre comercio, en especial el T-MEC, y la integración comercial con Norteamérica; sin embargo, afirma que por sí solo tampoco es suficiente para que se traduzca en progreso social incluyente.
Aclara que el progreso social estatal es una condición previa para la atracción de inversión extranjera directa y de nearshoring. Esto se debe a que los estados con un alto progreso social cuentan con la infraestructura necesaria para participar en el comercio exterior y cuentan con capital humano calificado para integrarse a las nuevas industrias. Así se genera un círculo virtuoso: más inversión genera empleos de calidad y crecimiento económico que puede traducirse en mayor progreso social. Para aprovechar el impulso del nearshoring al progreso social se requieren políticas diferenciadas por estados.
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