Ya nada nos sorprende. El presidente Andrés Manuel López Obrador reitera en sus dichos y en sus actos, una vez más, que la mentira es su principal herramienta política para eso que él llama gobernar. En su conferencia matutina aseguró que no va a Guerrero porque le pueden sembrar provocadores y no va a permitir que “lo ninguneen”.
Parafraseando un dicho popular, el tabasqueño “…cree que todos son de su condición” o bien, que toda la clase política cumple con lo que él exige a los cuatroteístas. El eterno candidato se desnuda tal cual es, pues piensa que lo que aplicó durante años como opositor, es la única forma en la que se hace política. No entiende de los reclamos legítimos, no sabe escuchar, no conoce nada de política pública, no le interesa resolver problemas, pero eso sí, ¡cómo le gusta la fiesta, siempre y cuando él sea el festejado!
El presidente se dijo feliz, feliz, feliz al cumplir 70 años, porque asegura “está haciendo lo que le gusta”. Por eso, los gobernadores de Sonora y Sinaloa, Alfonso Durazo y Rubén Rocha, prepararon muy bien los escenarios para complacerle: aplausos, porras y mañanitas, sin faltar el acostumbrado coro fanático de “es un honor estar con Obrador”.
Eso es lo que le gusta, la alabanza constante, la adulación permanente, la atención a su persona, porque desde hace cinco años, todo debe girar alrededor de él. Lo demás no importa.
No le importa Acapulco, por eso dio por terminada la emergencia y por eso mismo, los diputados federales de Morena y sus aliados no etiquetaron en el presupuesto de egresos para el año entrante, ni un solo peso para su reconstrucción. A tres semanas de la tragedia, cientos de familias en Guerrero luchan por sobrevivir, pues más del 50 por ciento de la zona devastada se encuentra sin luz y el 70 por ciento sin agua, la basura acumulada amenaza todos los días su salud y la comida no alcanza.
Pero el feliz tabasqueño insiste en que fueron “pocos los muertos” y “ya están encontrando a los desaparecidos”, pues aunque las funerarias hayan reportado hasta el momento al menos 350 defunciones, él sigue en la negación de la realidad, en sus otros datos.
Y como necesita justificar su ausencia con los afectados, ahora iniciará una cacería contra Karla Quintana, la ex titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, porque no se prestó a falsificar las cifras de los desaparecidos ni a esconder la tragedia que viven las madres que buscan desesperadamente a sus hijos y familiares:
“Vamos a tener ya concluido el censo, pienso que en un mes y vamos a informar, para que se conozca la realidad, porque estoy yo convencido… estamos buscando las pruebas, vamos a demostrar que el censo no estaba bien manejado… y que no era nada más ineficiencia, sino había una intención de afectar al gobierno que represento. Así de claro, ya ven que no me gusta andarme con rodeos. La señora Karla y otros que estaban manejando esto, forman parte de una organización, supuestamente independiente, pero les puedo garantizar que de derecha. ¿Cómo llegaron al gobierno de nosotros? ¿Quién sabe?”.
¡Y no es que él no supiera cómo llegó Quintana a ocupar esa posición! En realidad, el tabasqueño cuatroteísta lo que no sabe es ser presidente de la República, enfrentar su responsabilidad y atender a las víctimas.
Y como buen macho mexicano, reitero, se dice dispuesto a todo para cuidar su investidura y evitar que le siembren “provocadores”, esos que ahora no son ya más parte del pueblo bueno porque osan cuestionar el desempeño de su gobierno; esos que buscan respuestas a sus demandas; esos que en 2018 depositaron su esperanza en quien dijo tenía todas las soluciones a sus problemas y hoy solo responde con pretextos y evasivas.
¡Y qué mejor cuidado puede estar el presidente que en donde se siente cómodo y donde hace, como él dice, lo que más le gusta! Sí, en Badiraguato Sinaloa, un municipio que ha visitado al menos 6 ocasiones.
No fue a Tlahuelilpan, no fue a Ciudad Juárez, no fue a Tabasco, no fue a El Pinabete. Fue a Badiraguato, a inaugurar una de las más de 2 mil sucursales del Banco del Bienestar, sí, esas que están señaladas por agencias internacionales de transacciones poco transparentes, esas que han originado un gasto de más de 50 mil millones de pesos y que han resultado un fracaso. Porque mientras López Obrador y los impulsores de “la transformación” estén felices, el país no importa, lo que nos reafirma que es un error apoyar al destructor.
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