Los enfermos de cáncer, diabetes, hipertensión e insuficiencia renal han sido los más afectados por los errores del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) en la adquisición de medicamentos. Estas equivocaciones supusieron una tardanza en la entrega de los fármacos, un desabasto agudizado y orillaron a otras instituciones sanitarias a comprar sus propios insumos, de emergencia y a mayor precio, documenta un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).
El resultado fue que en 2022 el costo de los tratamientos se incrementó por encima de la inflación y, aunque el Insabi desapareció en mayo de este año, persisten los efectos de su fracaso, plantea el análisis “Compras públicas ineficientes, medicamentos más caros”.
Tras analizar 156 mil procesos de compra de medicamentos de 2018 a 2022, el Imco concluyó que el costo por persona con diabetes aumentó 5 por ciento en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el de hipertensión arterial creció 25 por ciento y el gasto del cáncer e insuficiencia renal 29 por ciento.
“La razón detrás de que el costo de tratar a una persona con cáncer se haya elevado 29 por ciento por encima de la inflación se vincula con este tipo de errores administrativos que han afectado negativamente la política de compras consolidadas”, se explica en el estudio.
A su vez, esto impide que los recursos del sector salud se aprovechen mejor. Según el análisis, aunque el presupuesto del sector ha crecido desde 2020, su rendimiento ha sido inferior por los errores en las compras de medicinas.
Antes de que existiera el Insabi, las compras consolidadas de medicamentos las encabezaba el IMSS. Con la llegada del gobierno del actual presidente, el esquema se modificó. Primero se entregó esta tarea a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y, a partir de 2020, al Insabi, dependencia que contrató a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para hacer las compras. Con este cambio, el gobierno federal quería alcanzar dos objetivos: reducir los monopolios de los proveedores de fármacos y los precios de los insumos.
De acuerdo con el Imco, esta estrategia sí ha logrado desconcentrar el mercado de medicamentos, pues las 10 empresas con más ventas de fármacos pasaron de concentrar 76 por ciento del total en 2018 a 30 por ciento en 2022.
Pero esto no se tradujo en una mayor competencia entre proveedores. En este periodo, las licitaciones públicas pasaron de representar 47 por ciento del monto de las compras de medicinas a solo 10 por ciento. Además, muchos de estos procedimientos se catalogaron como “otras contrataciones” en la plataforma de compras públicas del gobierno, llamada Compranet, lo que no permite conocer los detalles de la adquisición y aumenta el riesgo de corrupción.
Respecto al gasto en medicamentos, “la desconcentración de proveedores no logró reducir el precio de compra ante la falta de competencia”, señala el Imco.
Otro efecto de los errores del Insabi fue la fragmentación de los procesos de compra. Una adquisición consolidada tiene por meta comprar un alto volumen de insumos a un menor precio. Pero como la estrategia del Insabi no fue efectiva, en 2022 se asignaron más contratos de menos de 5 millones de pesos que en 2018.
“El riesgo de comprar de manera fragmentada es que conlleva un menor margen de negociación de precio, tiempos de entrega, volumen, entre otros. Es decir, en este aspecto, desde 2020 la estrategia de compras consolidadas de medicamentos no ha sido efectiva”, subraya el informe.
Los fracasos ocasionaron que muchos medicamentos no se consiguieran o no llegaran a tiempo al país. Según reportes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), de 1 millón 894 mil 126 piezas de medicamentos para cáncer demandadas en 2021, el Insabi suministró únicamente 21 mil 464, apenas 1.1 por ciento del total.
Ante la falta de insumos, las dependencias hicieron sus propias compras de medicamentos de manera urgente y a un costo más alto. El año pasado, 23 mil 571 adjudicaciones directas se justificaron legalmente por la falta de tiempo para completar una licitación con competencia. “A pesar de ser contratos con un monto promedio de 587 mil pesos, estos sumaron en conjunto más de 13 mil 854 millones de pesos”.
Uno de los principales errores del Insabi fue la falta de planeación de las compras y de coordinación para distribuir los fármacos. “Las principales instituciones que proveen servicios de salud no han logrado consolidar sistemas eficientes de distribución y enfrentan retos en el manejo de los medicamentos adquiridos”, subraya en el informe.
Tras estos fallos, para 2024 se planea que las compras de medicinas las realice el organismo público IMSS-Bienestar, que sustituyó al Insabi en la tarea de llevar servicios de salud a la población sin seguridad social. No obstante, tiene el reto de consolidarse primero como capaz de otorgar la atención médica a más de 50 millones de personas y, después, de eliminar las malas prácticas en la compra de fármacos, explicó el Imco.
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