Alabado sea el error… en tiempos de la transformación

Ocho días después del paso de Otis por Acapulco y diversos municipios del estado de Guerrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó el plan de rescate. Tardío en su presentación, como tardía su actuación preventiva e intervención ante un desastre que a todas luces pudo evitarse.

Resulta ridículo pretender que los instrumentos del gobierno mexicano, en materia de seguridad y protección civil, amparen una inexistente presencia en un tweet presidencial. Es absurdo frente a la dimensión de la catástrofe.

Hay voces, y no sólo las de sus seguidores, que justifican la actuación del mandatario. También líderes de opinión sostienen que es mejor “mantener la fiesta en paz”, como si “paz” fuera lo que el tabasqueño otorgara a este país en su día a día. No se puede omitir que México se encuentra polarizado e incendiado desde el púlpito presidencial y las réplicas tan fanáticas o cómplices como constantes de los cuatroteístas.

No comprendo por qué ahora se critica a quienes exigimos al gobierno cumplir con su responsabilidad, cuando precisamente lo que llevó a López Obrador al triunfo fueron las múltiples exigencias y señalamientos que reiteradamente hizo a los gobiernos anteriores para resolver los problemas nacionales. Pero además, cuando todos los instrumentos técnicos, económicos y humanos para prevenir y atender los efectos de los desastres naturales, los tiene el gobierno.

Los cuatroteístas han “olvidado”, convenientemente, que fueron las denuncias públicas, hechas principalmente desde el periodismo profesional, sobre el tráfico de influencias, como la casa blanca, la corrupción desmedida, como en la estafa maestra y las fallas en la política pública y el aumento de la violencia, las que dieron pie al inquilino de Palacio Nacional a descalificar y afianzar su narrativa electoral, con promesas de campaña que hoy, tanto él como el gobierno morenista, son incapaces de cumplir.

No abundaré en el contenido de la propuesta para la recuperación de Acapulco, pues muchos expertos en diversas materias han planteado su punto de vista, pero me parece fundamental señalar que el contenido no es más que un catálogo de buenas intenciones, tal y como sucedió con el Plan Nacional de Desarrollo, al que no se le puede medir para conocer su efectividad.

Lo cierto es que, una vez más, esta lamentable tragedia que padecen miles de damnificados en Guerrero ha evidenciado con más fuerza, además de su persistente frivolidad, el rostro indolente, ineficiente e incapaz de los gobiernos morenistas. Sus errores han causado pérdidas humanas, dolor, incertidumbre, frustración y enormes costos políticos, sociales y económicos para el país. En esta cadena de fallas y desaciertos resulta irrelevante la desesperación social y la falta de atención de los tres niveles de este gobierno (federal, estatal y municipal), pues salta a la vista que la prioridad no es atender la emergencia ni brindar información. ¡No! El propósito es hacerse presente, difundir y justificar -sin miramientos ni pudor-, que “alabado sea el error en tiempos de la transformación”.

Es inconcebible e indignante escuchar de voz del presidente decir que “no fueron tantos…” o que “no nos fue tan mal”, refiriéndose a los estragos y fallecidos por el huracán Otis. ¿En serio? Por qué no nos responde:

¿Cuántos deben ser, señor presidente, para que llamen su atención y responsabilidad como jefe de Estado?

Las patéticas imágenes atascado en el lodo, mientras los secretarios de la Defensa Nacional, de la Marina y de Seguridad Pública rodean su vehículo, son la descripción gráfica de dónde están sus prioridades. Sí ¡en usted mismo! Nadie más le importa.

Ha pasado ya una semana de esta tragedia que pudo evitarse, pero estaba usted más ocupado destruyendo instituciones, atacando a enemigos que se ha fabricado y haciendo lo que más le gusta, desapareciendo fideicomisos, como lo hizo con el FONDEN en el 2020.

La naturaleza le ha dado un golpe de realidad y miles de sus gobernados están pagando las consecuencias, porque mientras usted vive en un Palacio, ellos lo han perdido todo, incluso la vida.

Usted ha desplegado, aún en estos momentos de dolor, un ejército de propagandistas que le cuestan mucho dinero al país. Ellos se han convertido en sus cómodos cómplices y todos ustedes enfrentarán el juicio de la historia.

Su gobierno será el peor de la historia moderna de México y para constatarlo, están las tumbas de todas las víctimas que fallecieron por la negligencia de su gobierno, que sigue causando daño y muerte.

A los incuantificables fallecidos por el paso de OTIS, que por supuesto no son 45, se suman los 800 mil por COVID y los 170 mil por la violencia criminal. Pero además, lo perseguirá siempre la sombra de la tragedia de los cientos de caídos en muchos rincones del país: Tlahuelilpan, El Pinabete, Ciudad Juárez, entre muchos otros.

¡Y no importa cuánto presuma su popularidad, porque el peso del dolor, de la angustia, de la impotencia, de la indignación de las familias que tanto ha lastimado, aplastan no sólo su narcisismo, sino también los falsos datos que fabrican usted y los suyos, para alimentar el ego del hombre que prometió paz y sólo ofrece guerra, que prometió todo y fue incapaz de cumplir algo!

Guerrero y el país saldrán adelante, pero será gracias a la voluntad y enorme generosidad de miles de mexicanos que no están dispuestos a rendirse y menos a someterse a la voluntad de quien fue electo presidente, pero sigue en el patético papel de jefe de partido. Y a usted, no tenga duda, la Nación se lo demandará.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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