Con motivo de los últimos casos de abusos sexuales en el ámbito de la iglesia, el Papa Francisco ha convocado a un encuentro con los presidentes de las 114 conferencias episcopales del mundo.
El Papa Francisco ha convocado a un encuentro con los presidentes de las 114 conferencias episcopales del mundo para dialogar la prevención de abuso de menores de edad y adultos vulnerables por parte de clérigos o religiosos.
El encuentro tendrá una duración de 4 días, será del 21 al 24 de febrero. El encuentro no resolverá los problemas, pero guarda expectativas razonables.
El 17 de febrero, el Papa Francisco les pidió a los asistentes del tradicional Ángelus dominical en la plaza de San Pedro que recen por los frutos de este encuentro.
“Los invito a orar por el evento, el cual es un acto de fuerte responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo”.
El pontífice envió su mensaje un día después de que el excardenal de Estados Unidos, Theodore McCarrick, fuera expulsado del sacerdocio tras ser declarado culpable de delitos sexuales contra menores y adultos.
Los temas de la reunión son varios: el ser responsables, la transparencia, los deberes y actitudes personales del obispo, la solidaridad, la comunidad eclesial, entre otros.
Más allá de lo narrativo, esta oportunidad necesita ser tomada más allá de lo anecdótico. Con valentía y convicción se requiere que esa Iglesia en salida de la que tanto ha hablado el papa tome rumbo seguro y enfrente desde el perdón los daños causados por estas tristes, lamentables y condenables situaciones. Porque no solo es el abuso sexual, es la doble moral, la falta de identidad, la complicidad en algunos casos, la usurpación de roles y el abuso de confianza.
Durante la conferencia de prensa del 17 de febrero en el Vaticano, el arzobispo de Malta, Charles J. Scicluna, aseguró que “El papa Francisco organiza esta reunión en un momento importante, sin embargo, no vamos a resolver todos los problemas en cuatro días”.
Por su parte, Charles Scicluna, también miembro del comité organizador y secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, enfatizó en la necesidad de que “se rompa con el código de silencio, con la complicidad y con la negación, porque la verdad es lo que realmente cuenta”.
El evento contará con la presencia de un grupo de víctimas, entre ellas el español Miguel Hurtado, quien denunció al monje de la abadía de Montserrat, Andreu Soler, y con la de Juan Cruz, víctima de un sacerdote chileno.
Otras víctimas, que el Vaticano prefirió no poner a la luz pública para respetar su privacidad, también participarán en las reuniones.
La escucha de estos casos son capitales para entender las medidas a considerar desde la óptica de quien refiere el abuso. Se debe apreciar el aporte de otras disciplinas para el mejor acompañamiento y la mejor toma de decisiones para ser empáticos. Porque no es responsabilidad sólo del papa, sino como comunidad eclesial y peregrina, de todo el pueblo de Dios.
“Los invito a orar durante estos días por la reunión sobre la protección de los menores en la Iglesia, un evento en el que quiero ser un poderoso gesto de responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo”, dijo el pontífice en su cuenta de Twitter.
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