El discurso y los sentimientos

¿Qué hay de similar entre los discursos de AMLO y el libro de Manuel Arias Maldonado “La democracia sentimental”?


La democracia sentimental


Mucho se habla de la capacidad discursiva de AMLO. Es una novedad, dicen muchos; otros lo toman como genialidad, y hay quienes lo califican de simple discurso populista. Manuel Arias Maldonado tiene un libro esclarecedor: La democracia sentimental (Ed. Página Indómita). Estudioso del discurso y la política, Arias da luces sobre el discurso que oímos todos los días. Aquí unos subrayados:

“Asistimos así a la reaparición de viejos fantasmas políticos: toda una compañía recorre el continente. Son fantasmas en sentido estricto, viejos conocidos en trance de reaparición espectral: el nacionalismo, la xenofobia, el populismo”.

“El resultado es una amalgama de pasiones e hipérboles que se parece bien poco a la esfera pública sosegada que soñaron los ilustrados como fundamento de nuestras democracias representativas”.

“…Alemania había producido mucho antes de la crisis migratoria un tipo singular de sujeto político, el Wütburger, o ciudadano iracundo, dispuestos a quejarse o manifestarse por las razones más variadas. De la misma manera, la polarización ideológica ha aumentado en la mayoría de las democracias occidentales, al tiempo que la calidad de la conversación pública se deteriora a ojos vista con el desarrollo de las redes sociales: empezamos pensando que podían conducirse debates razonables al pie de cada artículo, y acabamos por concluir que lo mejor era prescindir de la sección de comentarios”.

“…pensemos en la estimulación del odio racial, en el cultivo del resentimiento entre grupos sociales, en el sentimiento de pertenencia que conlleva la exclusión del otro. Hay quien alerta contra el “sentimentalismo tóxico” que estaría asfixiando la vida pública”.

“Precisamente en ese déficit sentimental de la democracia neoliberal habría que encontrar, al decir de José Luis Villacañas, la razón del éxito populista: el populismo es aquella teoría que sabe que la razón es un bien escaso e impugna que la base de la sociedad sea racional”.

“Hay populismos de derecha y de izquierda, proteccionistas y neoliberales, fascistas y democráticos. Para algunos se trata por ellos de una ideología débil, cuyo núcleo está formado por una concepción de la política como enfrentamiento moral entre una élite corrupta y el pueblo soberano”.

“En todo caso, puesto de que la relación entre un líder carismático y a las masas hablamos, el populismo se dirige a la multitud a través de medios emocionales. Es aquí donde sus ideas abstractas se hacen afectos: “la función del líder es transformar representaciones conceptuales siempre defectiva en representaciones afectivas”.

“Raymond Aron ya sugería que la demagogia es inevitable en los regímenes democráticos, igual que, podríamos decir, los sofismas son una excrecencia forzosa del lenguaje: No hay democracia sin demagogia, pues no hay oposición que no sea demagógica, incluso en las democracias llamadas modélicas, como la británica. La clave está en lograr que la demagogia no traspase los límites tolerables”.

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