A diferencia del trato que ha dado al Ejército durante su sexenio, después de agredirlo durante años, el presidente Andrés Manuel López obrador eligió a la Suprema Corte de Justicia como el blanco sustituto para justificar su aversión a lo que ocurría en el pasado y, según, él sigue en el presente. A veces generaliza y otras veces acota, pero la expresión común del mandatario es que en el Poder Judicial existe corrupción y opacidad; que está al servicio de la mafia del poder, de los poderosos y de la reacción.
Sin que abandonara su discurso, pero espaciando las acusaciones, López Obrador no actuó durante sus primeros tres años de gobierno gracias a su cercanía con el entonces Presidente de la Corte, Arturo Saldívar Lelo de la Rea. Es difícil afirmar que haya sido por amistad que las cosas no pasaron a mayores, o si fue la estrategia del Ministro lo que impidió que se adoptaran medidas para evitarlo. Lo cierto es que sí hubo cambios en el Poder Judicial, pero promovidos desde dentro y hasta alabados por el presidente.
Saldívar no salió con la cara limpia de sugestión debido a que se le consideró entregado a los deseos de López Obrador, pues si buscaba un equilibrio, muchos vieron en su gestión un cierto entreguismo, reforzado por la forma en que el Presidente actuó a raíz de que, en la renovación de la Presidencia de la Corte, no salió su candidata y, en cambio, arribó Norma Piña Hernández, quien desde un inicio guardó distancia del Poder Ejecutivo.
La Corte ha buscado guardar el equilibro y no ha caído en el juego presidencial, pues elegantemente, para quien quiera entender, ha dado respuesta a los infundios presidenciales en forma elegante y discreta. Pero, al mismo tiempo, ha mantenido su independencia y pese a las presiones ha dictado resoluciones que no agradan muchas veces al Presidente. Eso sí, cuando una resolución le resulta favorable, de deshacer en elogios, como ocurrió cuando se rechazó la controversia constitucional interpuesta por el Estado de Chihuahua en contra de la distribución de los libros de texto oficiales.
Sin embargo, la guerra sigue. Ahora sus servidores en el Poder Legislativo los que van por la Corte en su estrategia de debilitarla, ya que no puede dominarla. Para ello, la diputación de Morena pretende castigar al Poder Judicial desde el bolsillo. No se trata únicamente del presupuesto disminuido que ha presentado el Ejecutivo en el Presupuesto de Egresos de la Federación, sino de apoderarse de recursos que son de ella, para dárselos al Ejecutivo.
Como ya ocurrió en otros casos, ahora van por el dinero de los Fideicomisos de la Corte. De 21 mil millones de pesos que tiene en varios fideicomisos buscarán arrebatarle 15 mil millones, para lo cual sólo se contaría con 6 mil 104. Pero como no pueden hacerlo así nomás. Se pretende reformar 7 leyes para poder apoderarse de lo que se encuentra en 13 de los 14 fideicomisos de la Corte.
Resulta claro que, como denunciara la Coparmex, el Presidente López está tratando de ahorcar a los jueces por el bolsillo. No ha faltado quien diga que, con ello, para compensar sus pérdidas, los jueces podrían quedar en manos de la delincuencia organizada. Se trata de una clara venganza de Morena porque el Poder Judicial no ha sido doblada, como en el pasado, por el Ejecutivo.
Como no pueden modificar la Constitución para los cambios que quieren, entre los cuales se encuentra la idea de la elección popular de los jueces, tema que ya están recogiendo algunos gobernadores y candidatos del partido en el gobierno.
Está claro que esta vez van por un populismo judicial.
Dios nos agarre confesados.
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