El próximo año 2024, concretamente el 13 de mayo, se cumplen quinientos años, Medio Milenio, de que Fray Martín de Valencia y un grupo de franciscanos desembarcaron en San Juan de Ulúa (Veracruz) dispuestos a iniciar la Evangelización de los pueblos que años antes había incorporado Hernán Cortés al imperio español.
Desde entonces ha pasado Medio Milenio. Confiemos en que tan importante acontecimiento se festeje el año entrante como es debido.
Después de los franciscanos llegaron los dominicos (1526), luego los agustinos (1533) y, finalmente, los jesuitas en 1572.
No obstante, debido a la proximidad del Medio Milenio, dedicaremos nuestra atención a la presencia de los franciscanos en nuestra patria.
¿Qué tanto le debe México a los franciscanos?
Ni más ni menos que el haber sido los pioneros de la Evangelización.
Continuaremos diciendo que gracias a franciscanos como Bernardino de Sahagún y Toribio de Benavente “Motolinia” fue posible conocer mucho acerca del pasado precortesiano de los pueblos que habitaban el Valle de Anáhuac.
A los franciscanos se debe la fundación de innumerables conventos (auténticos focos de santidad, cultura y caridad) a todo lo largo y ancho del Virreinato de la Nueva España, destacando de manera muy especial el monumental convento de San Francisco de la Ciudad de México que por sus dimensiones era uno de los más grandes que existían en el imperio español.
También a los franciscanos se debe el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco que era una escuela para niños indígenas.
La presencia de los franciscanos en México ha dejado una huella muy especial debido a que estos religiosos han dedicado su atención a los sectores más humildes de la población lo cual ha contribuido a darles una gran popularidad.
Vale la pena mencionar la simpática ceremonia que celebran los franciscanos cada 17 de enero (fiesta de San Antonio Abad) cuando se lleva a cabo la piadosa costumbre de la bendición de los animales domésticos.
También a los franciscanos se debe la mexicanísima tradición de las posadas de la cual se sirvieron dichos frailes para explicar ideas básicas de la religión cristiana por medio de la piñata.
Como fundación franciscana destaca también el convento de La Cruz en Querétaro que era toda una escuela donde se preparaban los frailes que marchaban como misioneros a tierras de la Alta California.
En Querétaro aún se conserva mucho de la herencia franciscana, destacando el citado convento de La Cruz, en la Loma de Sangremal así como el templo de San Francisco en dicha ciudad así como las misiones de la Sierra Gorda en donde San Junípero Serra se capacitó para irse de misionero a tierras del norte.
Otro franciscano muy popular fue el beato Sebastián de Aparicio, apóstol de la caridad y constructor de caminos, cuyo cuerpo incorrupto se venera en el templo de San Francisco de Puebla.
Mucho, muchísimo es lo que México le debe a los franciscanos en los terrenos religioso y cultural.
Esa es la razón por la cual el próximo 2024, en que se celebra el Medio Milenio de la llegada a México de los hijos de San Francisco, debe celebrarse como un gran acontecimiento.
Y ya para terminar y antes de que se nos olvide…
Otro gran franciscano fue nada menos que San Felipe de Jesús, el primer mexicano elevado a los altares quien fuera martirizado en Japón en 1597.
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