Las ñoras son unas experimentadas de las matemáticas con sus bendiciones y conocen bien el término “el orden no altera el producto” y a diferencia del gobierno federal, ellas sí establecen un orden.
Esta ñora no hablará de sus habilidades matemáticas, las cuales por como toda ñora que se respete incluyen calcular el precio final en una oferta a una velocidad asombrosa, y qué decir de mantener el presupuesto de la casa, parece asunto menor, pero ya algún copete-veloz-para-sustituir-el-modelo resaltó que él no sabía el precio de las tortillas por no ser “la ñora de la casa”. Por tanto, no extrañará a nadie que esta ñora conozca el principio matemático de “el orden no altera el producto”, el cual tiene muchas más aplicaciones que las multiplicaciones.
Usualmente, si sigues en orden las instrucciones para hacer un pastel, siempre te queda delicioso… y si no es así, puedes rastrear en qué momento alteraste el orden. El Gobierno Federal tal como el-si-no-me-gusta-lo-que-escriben-son-prensa-fifí siempre ha defendido tiene no sólo otros números, sino otras formas de hacer las cosas.
Si lo usual es primero hacer un diagnóstico sobre el robo de cualquier cosa y buscar las maneras de solucionarlo, acá primero se procede a cerrar a ciegas los ductos, a no comprar suficiente gasolina y dejar sin poder usar sus autos, camiones, tortons y motos a la gente. Luego, se usa dinero para comprar pipas a cargo de cuatro ¡cuatro! secretarios de estado, y ya que se compraron sin consultar con nadie que realmente sabía, pues se altera la Norma para ajustarla a las nuevas pipas. Y el resultado que se vende es que las pipas cumplen con la Norma, ¿o no? Cualquier semejanza con postulo a un candidato al FCE que ¡chihuahua! no cumple con la ley, y la cambio con dedicatoria exclusiva, es mera coincidencia. El producto final cumple la ley, ¿o no?
La total apertura sobre la honestidad de sus funcionarios fue asunto en el que me-encanta-presumir-que-soy-humilde-tomando-jugo-piña-en-la-carretera insistió más que un escuincle, perdón, bendición cuando tiene sed en la carretera, así que lo oportuno hubiera sido que todos los que iban a hacer declaraciones no sólo cuidaran poner todos los datos, sino que aseguraran que todo funcionaba bien, seguir el orden para cuidar el producto. Pero no, esta nueva era esperamos el periodicazo para decir que la culpa es del reportero, de la otra secretaria, del auxiliar, del sistema, pero que queda claro el producto es el mismo: aquí todos somos incorruptos y si lo dudan les caerá de la maldición del Mamador Nervo.
Si el orden normal para no alterar el excelente producto de instituciones como la Biblioteca Vasconcelos o el CISAME era asegurarse la continuidad de su titular o seguir dándoles presupuesto porque cumplían muy bien su trabajo, en este gobierno se prefiere la majadería o el borrón y cuenta nueva. Si surgen las protestas y estas arrecían lo suficiente, entonces se procederá, quizá, a volver a Daniel Goldin a su puesto o se les darán cacahuates –forma chistosita de decir poco dinero– para que el CISAME vuelva a operar y se levantarán el cuello para mostrar que su producto sigue siendo maravilloso gracias a ellos.
El cierre de las estancias infantiles es una muestra más de las habilidades de “el desorden no altera el producto”, al contrario, lo “mejora”. En lugar de hacer una revisión que se asegure de que, en efecto, no haya desviaciones de fondos, que las estancias sí ofrezcan lo que se oferta, lo cancelamos y luego les dan a las quejosas ñoras una lanita para que la abuelita, la comadre o la prima, o sabrá Dios quién les “ayude” a cuidar a sus bendiciones. ¿A poco a las ñoras no le encanta una lanita que antes no veían? ¡Maravilloso producto de desorden!
El aeropuerto, la Guardia Nacional, las becas a los ninis o casi cualquiera de los “productos” que cada semana llenan de asombro y terror alternativamente, va antes que cualquier orden o si para sacarlo creo desorden, son cada vez más. Lo más grave es que esta ñora y su ñor pagan impuestos, igual que muchísimos mexicanos, y ese desorden se está pagando con nuestro dinero. Con eso en mente, ojalá haya un esfuerzo en seguir vigilando, señalando y protestando; aunque resulte agotador incluso mantener la lista del desorden.
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