Todo parece indicar que las elecciones en la CDMX serán de pronóstico reservado. En esta ocasión comentaré algunos aspectos del partido en el gobierno y sus candidatos. En una próxima entrega lo haré de la oposición.
Es claro que, asustados por los resultados de los comicios de 2021, en Morena y en el gobierno capitalino se pusieron a trabajar para revertir el hartazgo ciudadano de sus abusos y corruptelas. Es una de las formas correctas de interpretar un resultado en el que los ciudadanos no dieron tregua en muchas alcaldías y votaron por quien fuera con tal de que no representara al partido en el gobierno. Se entiende, ya son 30 años con gobiernos del mismo grupito en el poder. La ciudadanía aguanta, pero no resiste todo lo que se le imponga, también pone sus límites.
Por supuesto que retener la capital es algo que preocupa a Morena y al presidente López Obrador. Si en algún lugar estuvo arropado en sus momentos más difíciles fue en esta ciudad que hace casi tres décadas se decantó por un partido de izquierda en el poder. De aquella primera vez en que ganó la izquierda en el entonces DF a la fecha han pasado demasiadas cosas. A los tres años de ese triunfo el PAN ganó la Presidencia; luego volvió a ganarla el PAN y después regresó el PRI; terminado el regreso del PRI ganó López Obrador, que había gobernado la ciudad en el 2000. Mientras tanto ese partido de izquierda, convertido en un grupo cada vez más cerrado, siguió teniendo la ciudad como patrimonio propio. La izquierda, desde 1994 hasta 2018, solamente tuvo dos candidatos a la Presidencia: Cuauhtémoc Cárdenas (dos veces) y AMLO (tres veces).
La izquierda en el mundo también cambió y en México prácticamente desapareció. En su lugar, de la mano de López Obrador, llegó un engendro con cierto barniz progresista pero anclado en el viejo priismo corporativo y caciquil que es el que ahora se encuentra en la Presidencia. De un rápido repaso como el arriba mencionado se desprende que primero ganaron la capital, la tomaron, por usar el argot de las conquistas, y ahí se atrincheraron hasta hacerse con la Presidencia. Una vez logrado su cometido, parece que los habitantes de la metrópoli ya se cansaron de su discurso, de sus modos y de sus mañas.
Claudia Sheinbaum está obligada a ganar la ciudad que gobernó para mostrar la solidez de sus obras de gobierno, por un lado, y por el otro, por el tamaño del padrón de la CDMX, es una plaza relevante para lograr la Presidencia. Los que saben cómo son los tubazos en Morena indican que Claudia se decidió por Omar García Harfuch, un policía de carrera, que tuvo a su cargo la seguridad citadina durante un importante tramo del gobierno claudista.
El señor García Harfuch deberá competir con Clara Brugada y con el despreciable Hugo López-Gatell. Si fuera por conocimiento, es obvio que gana el doctor muerte. Pero no parece ser lo que se vaya a ponderar para hacerse de la candidatura. De cualquier manera, el desprestigio del galeno frívolo y criminal y el rechazo que genera es tal que perderían sin duda. Sin embargo, Clara Brugada es una militante dura de Morena que ha sido alcaldesa de Iztapalapa, donde ha desarrollado el concepto de las Utopías, centros recreativos, sociales y culturales realmente notables y que mejoran la vida de esas comunidades. Esa batalla no parece sencilla para el consentido de la doctora.
De cualquier forma, no deja de llamar la atención que la herencia de los gobiernos de izquierda en esta ciudad tenga como heredero a un policía de carrera.
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