Esta declaración supone un “paso importante” en el diálogo entre cristianos y musulmanes, y una “potente señal de paz y esperanza para el futuro de la humanidad”, según un comunicado de la Santa Sede.
Durante su primera visita a los Emiratos Árabes Unidos, el Papa Francisco firmó junto con el gran imán de Al Azhar, Ahmad Al Tayeb, institución de referencia del islam suní, un histórico documento para promover el diálogo y la paz.
El texto llamado Documento sobre la hermandad humana por la paz mundial y la convivencia común, fue signado en la ciudad de Abu Dhabi y representa, de acuerdo con el portal oficial del Vaticano Vatican News, un “hito en las relaciones entre el cristianismo y el Islam”.
El documento es una declaración de intenciones de ambos líderes religiosos, en representación de “los musulmanes de Oriente y Occidente, junto con la Iglesia Católica y los católicos de Oriente y Occidente”.
En él destacan que “nunca se autoriza a nadie a utilizar el nombre de Dios para justificar la guerra, el terrorismo o cualquier otra forma de violencia” y afirman que “quien mata a una persona, mata a la humanidad, y quien salva a una persona, es como si salvara a toda la humanidad”.
De igual manera, tanto el Papa Francisco como el imán Ahmad Al Tayeb condenaron de manera tajante el terrorismo tanto en Occidente como en Oriente y enfatizaron que este “no se debe a la religión…sino que es debido a las acumuladas interpretaciones incorrectas de los textos religiosos, a las políticas de hambre, de pobreza, de injusticia, de opresión y de arrogancia”.
En ese sentido hicieron un llamado para “interrumpir el apoyo a los movimientos terroristas a través del abastecimiento, dinero, armas, planes o justificaciones, e incluso la cobertura mediática” y considerar todo esto como “crímenes internacionales que amenazan la seguridad y la paz mundial”.
En dicho documento señalaron que las religiones “nunca deben incitar a la guerra” ni a tener “sentimientos de odio, hostilidad, extremismo o llamamiento a la violencia o al derramamiento de sangre”. “Estas desventuras son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas y al uso político de las religiones”. Posteriormente enfatizaron que “Dios, Todopoderoso, no necesita ser defendido por nadie y no quiere que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente”.
Asimismo, declaran la adopción de “una cultura de diálogo como camino y la cooperación mutua como código de conducta”.
A través del documento los dos líderes religiosos hicieron un fuerte llamado a favor de las libertades fundamentales, como la igualdad entre todos los seres humanos, la libertad de creencia y la no discriminación a las minorías.
Por tal motivo, llamaron a los líderes mundiales a “comprometerse seriamente a difundir la cultura de la tolerancia, la convivencia y la paz; intervenir lo antes posible para detener el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras, los conflictos, la degradación ambiental y el deterioro cultural y moral que vive el mundo actualmente”.
Respecto al aborto y la eutanasia señalaron que Dios ha concedido “el don de la vida” para cuidarlo. Por ello, condenaron “todas las prácticas que amenazan la vida como el genocidio, los actos terroristas, el desplazamiento forzado, el tráfico de órganos humanos, el aborto y la eutanasia y las políticas que apoyan todo esto”.
Los líderes religiosos pidieron “reconocer el derecho de la mujer a la educación, al trabajo y al ejercicio de sus propios derechos políticos”. Urgieron en la necesidad “liberarla de presiones históricas y sociales contrarias a los principios de la propia fe y dignidad”.
Esta declaración supone un “paso importante” en el diálogo entre cristianos y musulmanes, y una “potente señal de paz y esperanza para el futuro de la humanidad”, según un comunicado de la Santa Sede.
El documento quiere servir de “guía” e “invitar a todas las personas con fe en la fraternidad a trabajar juntos para un futuro mejor, promoviendo la cultura y el respeto mutuo”.