Monseñor Domingo Martínez exhortó a la población para procurar el cuidado de unos con otros a fin de evitar “volver a vivir experiencias amargas como la que acabamos de vivir”.
Vecinos y familiares de las víctimas mortales y heridos de la explosión de una toma clandestina de gasolina en Tlahuelilpan el pasado 18 de enero, participaron en una ceremonia religiosa realizada en el lugar del trágico accidente.
La misa fue presidida por el obispo de la diócesis de Tula, Mons. Juan Pedro Juárez Meléndez, y el arzobispo de Tulancingo, Mons. Domingo Díaz Martínez y estuvieron acompañados por cerca de tres mil fieles quienes en medio de rezos, cantos y lágrimas recordaban a sus seres queridos, quienes doce días antes se encontraban en ese mismo lugar al momento de la tragedia que ya suma, al 30 de enero, 118 fallecidos.
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Durante la homilía, el arzobispo Domingo Díaz señaló que este acontecimiento dejó varias enseñanzas, entre la que se encuentra el cuidar la vida.
“Tenemos la obligación de cuidar la vida, cuidemos nuestra vida. La vida de cada uno de ustedes vale más que todo el petróleo de México”, señaló el arzobispo.
De igual manera exhortó a la población para procurar el cuidado de unos con otros a fin de evitar “volver a vivir experiencias amargas como la que acabamos de vivir”.
Por su parte, el obispo de Tula mencionó que los religiosos han estado junto a familias de víctimas en todo momento, ya sean muertos, desaparecidos y lesionados, desde el día que sucedió la desgracia.
Durante la ceremonia, familiares de las víctimas colocaron flores a un costado del canal por donde pasa el ducto perforado y que fue origen de la explosión. También fueron colocadas diversas cruces de mármol.
En el acto religioso también estuvo presente Simón Vargas, secretario de gobierno del estado de Hidalgo, a donde se ubica la comunidad de San Primitivo, Tlahuelilpan.
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