En medio de sumisión y pleitesía por parte de los integrantes del actual gobierno, senadores, diputados y gobernadores, el presidente López Obrador va dando grandes pasos en la conformación de un gobierno netamente unipersonal.
López Obrador llegó a presidente por su persistencia en buscarlo durante 18 años sobre todo obstáculo, la veda de hacer campaña presidencial permanente y con disimulo de las autoridades gubernamentales y electorales.
Por esa persistencia, tozudez, constancia, tesón, perseverancia, porfía o como quiera llamársele, llegaron a donde están los miembros de su gabinete, diputados y senadores de Morena, y por eso él siente derecho a que le obedezcan y no se salten el redil.
Pero, ¡ay, de quien se le salga del huacal! Que lo digan Jiménez Espriú, quien hizo de lado el ridículo para justificar el cierre del NAIM y promover la construcción del aeropuerto en Santa Lucía; o Gerardo Esquivel, quien cambió su sueño de ser subsecretario de Hacienda para irse al Banco de México, donde no faltan quienes le atribuyen el papel de oreja del jefe.
Mario Delgado, el líder de la Cámara de Diputados, se llevó su jalón de orejas pues disgustó a AMLO por quitar un transitorio al proyecto de ley de la Guardia Nacional al hacerle caso a Pablo Gómez, que suprimió el párrafo por sus pistolas para hacer méritos con el mero mero, que no puede verlo desde que objetó su candidatura a jefe de gobierno del DF el año 2000.
Claudia Sheinbaum gobierna la CDMX; se ganó la confianza de Andrés cuando gobernó el DF sobre Ricardo Monreal, que se creyó más indicado; más tuvo el acierto de plegarse al deseo del jefe y hoy es el pastor del Senado, donde le causó un problema serio al amenazar quitar las primas a los bancos por sus servicios, con serias repercusiones financieras y ante las calificadoras internacionales.
Sus prédicas diarias en las peroratas matinales le rinden grandes dividendos al presidente, dice y recalca sus deseos y planes, con oratoria lenta, pero propaganda muy efectiva, tapa o justifica sus desaciertos, excelente cortina de humo para desviar la atención de grandes problemas.
¿Quién se acuerda del helicopterazo en que murieron la gobernadora de Puebla, Erika Alonso y su esposo Moreno Valle, líder panista en el Senado? Coinciden expertos en el manejo de esas naves en que no pueden desplomarse, pero a un mes del suceso como que ya nadie se acuerda; sólo Marko Cortés, presidente del PAN insistió en que debe aclararse.
Inmersos hoy en el huachicoleo, ya causó muertos y heridos en Hidalgo y Querétaro; olvidamos que desde diciembre se suspendió la importación de gasolinas a EU y la que trata la refinería que Pemex tiene en Texas.
Los agujeros a los ductos petroleros proliferan; el abasto de combustible tarda en normalizarse; AMLO ordenó comprar carros tanque y contratar a choferes que los manejen, y no faltan conocedores del problema que opinan que ésa no es la estrategia indicada; pero ahí vamos.
La gente aguanta y las encuestas parecen aprobar las decisiones y aumentar la popularidad presidencial; no vale se diga que los sondeos son manipulados por el genio propagandista Epigmenio Ibarra. En todo caso tener a éste es otro acierto de AMLO.
Se dirá que bien ganado tiene López Obrador poder ejercer un gobierno unipersonal, por la tenacidad y obstinación que empleó para lograrlo.
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