Faltan únicamente unos días para que los aspirantes a encabezar la coalición política conformada por PAN, PRI, PRD y sociedad civil entreguen las firmas que hayan recolectado como condición para ser elegibles. Hay ya algunos aspirantes que no sólo reunieron el número exigido de firmas, sino que lo han rebasado por mucho. El ejemplo más claro es el de Xóchitl Gálvez.
Hay, por el contrario, otros aspirantes cuya participación en la contienda no parece tener sentido alguno y sin embargo continúan pidiendo adhesiones a través de las redes sociales. Su aspiración no es fácilmente inteligible porque se trata de personajes que aún teniendo buenas calificaciones en sus pasados desempeños como funcionarios públicos, sus nombres e historiales son totalmente desconocidos para el ciudadano actual, además de carecer de aquellas cualidades personales que los pudieran hacer ver popularmente como contrincantes viables de las corcholatas y de lo éstas representan. Como muestra está el caso de Ignacio Loyola Vera, exgobernador de Querétaro y actual diputado federal. Nadie puede poner en duda que fue un buen gobernador, y de seguro que, al menos por quienes fueron sus gobernados en su momento, es recordado en esa entidad con cariño y agradecimiento. En cuanto a su trayectoria en el Congreso de la Unión, ésta no ha logrado hasta hoy convertirse en noticia en los medios informativos y consecuentemente nada en su quehacer legislativo individual ha logrado llamar la atención del ciudadano común. Su imagen pública es desconocida. A pesar de ello hay un grupo de personas, presumiblemente católicos, que tienen presencia en Facebook y otras plataformas semejantes, por medio de la cual piden firmas para que Ignacio Loyola Vera esté también en la lista de candidatos para encabezar la coalición. Las características que, a la vista de esas personas, hacen de él el aspirante ideal para encabezar la coalición, y ser eventualmente candidato a la Presidencia de la República, son su acendrada fe católica y su firme posición provida. Es lógico presumir que el Diputado Loyola dio su consentimiento para ser postulado por ese grupo de personas no obstante que él, como político avezado que es, debe saber perfectamente que las posibilidades de ser electo suman cero. ¿Qué es lo que él busca realmente? ¿Qué es lo que busca el grupo que lo postula?
Por el modo que este grupo de personas promueve al Diputado Loyola, parece ser que lo que pretenden es que Xóchitl Gálvez no llegue a ser la candidata. No parece poder olvidar este grupo el remoto pasado rojillo de la Senadora Gálvez, ni sus tendencias pro aborto. ¿La pertenencia a la Iglesia Católica y la defensa de la vida son, en la mente de estas personas (¿y del mismo Diputado Loyola?), los únicos criterios católicos válidos para elegir a un candidato a un puesto de elección popular? Creo que tal cosa es un error monumental. Yo soy panista de corazón, católico y defensor de la vida, pero la realidad del México actual me obliga, precisamente por ser todo eso, a intentar, como enseña la Doctrina de la Iglesia, utilizar la virtud del discernimiento y analizar la totalidad del panorama nacional, con sus múltiples facetas. La Iglesia ha estudiado muchos casos como este y emitido directivas muy útiles. Y una cosa me parece más que clara en este momento: restarle fuerza a Xóchitl Gálvez es dejarle el campo libre a las corcholatas, serviles continuadoras de los tétricos proyectos del Presidente López Obrador. ¿Es posible que los católicos mexicanos, viendo las circunstancias actuales, busquen atajar a la única persona que puede enfrentar con ciertas probabilidades de éxito a las corcholatas, abiertamente pro comunistas, abortistas, mentirosas y corruptas? El periodo izquierdista estudiantil de la Senadora Gálvez patentemente ya no guía sus decisiones profesionales o políticas. Y respecto a su posible apoyo al aborto, los promotores de la candidatura del Diputado Loyola harían bien en recordar que los presidentes de la República no son normalmente quienes presentan iniciativas en favor de tales asuntos. Ni siquiera AMLO lo ha hecho. Estos temas son asunto del poder legislativo. Lo que deberían hacer esas personas es ponerse a buscar y proponer buenos y viables candidatos a legisladores.
¿Qué buscan, por su parte, Santiago Creel, Beatriz Paredes, Enrique De la Madrid y los demás aspirantes al continuar solicitando firmas, a pesar de que, a estas alturas del partido deben ellos tener claro que es la Senadora Gálvez la única que puede liderar una campaña exitosa para liberar al país de AMLO y sus huestes? ¿Quieren dar una apariencia de ejercicio de democracia permitiendo que se lleve a cabo el conteo definitivo de firmas y la votación final? ¿No sería más práctico, pero igualmente democrático y útil, la declinación a favor de esa persona y unir fuerzas para apoyarla? Ella no únicamente ha demostrado ser la preferida por la ciudadanía, sino también estar suficientemente preparada para asumir la candidatura presidencial con esperanzas de triunfo, y en tener las calificaciones necesarias para eventualmente convertirse en una presidenta capaz de revertir el caos creado por AMLO.
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