La 4ta transformación ha mostrado cosas positivas y negativas; por ejemplo resalta la determinación en el combate al huachicoleo, pero es negativo el desprecio con que el gobierno trata a los gobernadores que no son de Morena.
El apoyo ciudadano.- Como era de esperarse, el apoyo que recibe el presidente por su medida de combatir el robo de combustible por parte del crimen organizado, tiene un amplio apoyo de la población. En lo personal celebro esa decisión. No sé si la estrategia fue la correcta, pero la voluntad lo ha sido. ¿Basta la voluntad? Claro que no, si algo ha demostrado esta crisis es la importancia del conocimiento y la pericia en temas sofisticados. La pura voluntad trastoca en anarquía, y en este caso fue en desabasto. Quizá algunos ilusos pensaron que con esto se caería la popularidad del presidente. No tiene por qué pasar eso. Al contrario, el presidente mostró determinación en combatir uno de los problemas graves que afronta este país desde hace años: la delincuencia organizada. Son actitudes que la ciudadanía ve con buenos ojos y si parte de esa batalla pasa por el sacrificio de unos días, la gente lo hace sin problema y hasta con gusto. Lo que llama la atención es que los propios seguidores de AMLO, su equipo y el propio presidente echen las campanas al vuelo por el apoyo. Somos de corta memoria, pero de entrada la gente apoya a su residente. Felipe Calderón llegó a la residencia con una victoria no de treinta millones de votos, sino de unos cuantos miles. En enero de 2007 tenía un apoyo del 47%, y ya con la lucha contra el crimen organizado, para julio de ese año, estaba en 69% (encuestas de Parametría). Al ciudadano le gusta que su presidente trabaje, decida, “se la juegue”, por eso el apoyo inicial. Ya con el tiempo viene el desgaste propio de gobierno, en el cual se suma todo lo que hay en ese momento sin importar el apoyo del comienzo. Ojalá López Obrador y su equipo tomen en cuenta la frase que dice: las encuestas reinan, pero no gobiernan.
Los estados: ciudadanos de segunda.- En una crisis como la que hemos vivido estas semanas, las autoridades se convierten en verdaderos faros de su comunidad. Las comunidades esperan de ellos noticias, anuncios, datos, fechas, la evolución del problema y sus soluciones. El gobierno federal se ha ocupado de manifestar enfáticamente su desprecio hacia los gobernadores de esas entidades. No sabemos si se trata de una política contra los adversarios, pero es claro que los gobernadores, que no son de Morena, no son dignos de atención, así representen a millones de mexicanos. El director de Pemex no le ha tomado la llamada al gobernador de Michoacán; el gobernador de Guanajuato se fue a comprar gasolina a Estados Unidos, pues aquí no le resuelven nada; el gobernador de Jalisco ha hecho llamados constantes a que las autoridades federales “den la cara”. Nada. Sólo Claudia Sheinbaum, de Morena, ha podido publicar fotos con el presidente y un video con quien se supone que es el director de Pemex, Octavio Romero, aunque cualquiera podría pensar que se trata de una de las momias de Guanajuato, porque no abre la boca y sus movimientos apenas son perceptibles. A los de Morena, gasolina y gracia, y a los estados, el saludo a secas.
Hay quienes dicen que las crisis son épocas de oportunidades. Es un dicho bastante optimista. En general a los gobiernos no les convienen las crisis y a los ciudadanos, menos. Mientras menos sacudidas, la gente más tranquila. Quizá la oportunidad que hemos tenido en estos días es la de ver con pasmo al equipo energético del presidente. Y son verdaderamente de cuarta, y no de transformación, simplemente de cuarta.
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