Desgraciadamente somos testigos del deterioro de la aplicación del lenguaje. Los vocablos, muchas veces, se utilizan no por su significado tradicional, sino por dichos populares de quienes los emplean de manera desenfadada inaugurando otras aplicaciones que provocan nuevas interpretaciones y mucha imprecisión.
La verdad y la mentira fundamentalmente expresan contenidos opuestos. La verdad hace referencia a expresar hechos, dichos, realidades tal cual son o suceden, nos gusten o no nos gusten. La mentira es lo opuesto hechos, dichos y realidades se relatan de modo totalmente distinto, el modo de manifestarlo está sujeto a la intención de quien dice para provocar las recciones que desea.
La definición de la palabra verdad es: la correspondencia perfecta del pensamiento o de la expresión con la cosa representada. Verdadero es conforme a la verdad.
Hay dos estados de la verdad. La originaria está siempre en los sujetos o en las cosas: son lo que son. La verdad en los receptores consiste en captar la realidad tal cual es y trasmitirla sin distorsión.
Por lo tanto, para transmitir la verdad es necesario que el trasmisor quiera trasmitir sin alterar. Para ello a nivel intelectual debe conocer bien el lenguaje para usar las palabras adecuadas y captar muy bien la cosa o el suceso que se va a trasmitir para que el contenido del pensamiento sea preciso. A nivel volitivo ha de querer expresarse sin distorsiones, debe poseer la virtud de la veracidad.
Cuando alguien va a trasmitir algo de lo que no es testigo directo, debe asegurarse de la veracidad del asunto y también de la veracidad del difusor. Este aspecto requiere ser muy cuidadoso pues las redes sociales lanzan muchas noticias y difundirlas sin comprobarlas puede causar mucha confusión si aquello no es cierto.
La definición de la palabra mentira es: expresión o manifestación contraria a la verdad. Mentiroso es alguien que tiene la costumbre de mentir, también esta palabra se aplica al texto que tiene muchas erratas o errores.
Quien transmite irreflexivamente una noticia falsa no es mentiroso porque no lo hace por costumbre sino por precipitación, aunque al difundir una mentira está causando confusión. Su falta no es por mentiroso sino por imprudente.
Hay malicia ética en la mentira y también en modos de proceder emparentados con la mentira como la simulación, la hipocresía, la restricción mental o la infidelidad. La malicia no está tanto en la mala aplicación de las palabras sino en el pensamiento, en el deseo de engañar, de confundir.
La mentira es intrínsecamente mala y nunca es justificable. Ni siquiera para conseguir bienes para otros. Además, a esta maldad se añade la injusticia de engañar a los demás. La maldad de la mentira es patente, incluso los mentirosos no quieren que se les mienta.
Con sentido común la verdad provoca confianza y credibilidad. También con sentido común la mentira provoca desconfianza e incredulidad. La verdad une, acerca, provoca seguridad. La mentira desune, aleja, no supone apoyo alguno. El problema más grave con la mentira se encuentra en el mentiroso que no está equivocado, sino que desea confundir y pretende que los demás crean lo que dice para conseguir sus fines.
También puede haber problema para una persona que sinceramente busca y respeta la verdad, pero puede fallar porque pone su credulidad en alguien que miente. Es difícil darse cuenta y rectificar si el mentiroso es muy hábil. Pero si por alguna circunstancia aparece alguna duda, la persona crédula tiene obligación de investigar, aunque el resultado cause dolor.
Otra confusión es hablar de mi verdad y tu verdad. Ya vimos que las cosas y los acontecimientos son como son o como transcurren y allí está la verdad. Sin embargo, hay puntos de vista, perspectivas, salud, estado de ánimo, datos previos, etc. Esas variables se deben tomar en cuenta, pero es la misma realidad observada por eso no cambia la realidad, pero sí como la capta cada uno. Entonces es mejor decir es la misma realidad, pero yo observo esto…
En algunos casos es lícito ocultar la verdad, siempre que no se mienta. Es legítimo no expresar algunos aspectos de la vida privada o íntima, porque no haría ningún bien y sí podría afectar a otros. Aunque sí obliga revelar aquello si la reserva ocasionará un daño grave a otros.
La simulación es distinta. Consiste en dar a entender con gestos exteriores algo distinto a lo ocurrido. Esto es una mentira realizada con la conducta.
Tampoco es lícita la restricción mental. Consiste en usar las palabras no en su sentido propio, por dentro mentalmente se completa la idea, pero no se expresa y el oyente no entiende el sentido verdadero. Esta es una actuación semejante a la mentira.
Es lícito callar una parte de la verdad cuando no se trata de algo relevante, o no se ha previsto en un documento, o cuando callar no perjudica a terceros. Esto se debe a que en temas lícitos nadie está obligado a perjudicarse a sí mismo.
El secreto es legítimo en el caso del secreto profesional, secretos de Estado. Aquí entran aspectos privados de la vida familiar o de la vida privada.
La fidelidad se puede definir como la veracidad de la conducta, de la palabra dada, de las promesas. La infidelidad en materia grave, sobre todo cuando hay un contrato, es una forma de mentira además de una injusticia.
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