Las realidades del presidente

En la mente de López Obrador hay cosas posibles y otras que no lo son. La mente febril de nuestro presidente, la falta de filtros para discernir qué cosas son prudentes decir y qué no para un presidente y la certeza de que su pecho “no es bodega”, lo llevan a pronunciar una serie de barbaridades que hubieran sido inaceptables para cualquier otro en su cargo, pero que en este caso todo parece indicar que los dislates y tonterías alcanzaron rápidamente rango de normalidad y, a un año de que culmine este gobierno, cualquier cosa que podría ser un resbalón o una insensatez, pasa como una manifestación de lo que el presidente considera la realidad. Algo que puede resultar hilarante, pero que en el fondo es preocupante. Veamos qué cosas pueden suceder en la fantasía presidencial.

¿Es posible que una señora que vendió gelatinas de niña pueda ser empresaria reconocida y tener aspiraciones políticas? No. Eso no es posible en la realidad que habita el señor Presidente. Eso de tener éxito en la vida es un asunto demasiado neoliberal, una fantasía colectiva que terminó en fracaso y cuyo resultado fue despertar, motivar y propagar el individualismo, el egoísmo y ambición desmedida. ¿Por qué una niña que vende gelatinas para salir de la pobreza va a estudiar y a ganar dinero y a tener una empresa? Eso nada más indica la falta de valores, la podredumbre moral de quienes venden gelatinas y quieren hacer otra cosa. Es inadmisible. Nada más bonito y sobrecogedor que la pobreza; de hecho, nadie quiere salir de ella, solamente los espíritus tocados por la codicia –el mal está en todos lados– quieren evitar esa condición.

¿Alguien puede vender tamales y aspirar a la Presidencia años después? No. De ninguna manera. Eso es otra falacia neoliberal explicada en la respuesta anterior. Que quede claro: para el presidente nadie tiene que andar aspirando a crecer, eso no tiene sentido, pues te corrompe y te convierte en desalmado.

¿Es posible que un individuo tenga 28 casas y sea de todas las confianzas del presidente a pesar de tener una fama de tranza? Sí, por supuesto que eso es posible en la realidad del Presidente. La mala fama es un invento de los medios que se dedican a criticar pagados por la oligarquía ¿Por qué la señora Xóchitl puede trabajar sin que nadie le diga nada y Bartlett no puede tener todas las casas que quiera? Cuando Bartlett llegó con AMLO ya tenía esos predios y son legítimamente suyos, muy diferente sería si no formara parte del proyecto transformador, eso lo convertiría en sospechoso.

¿Es posible que alguien sea indígena y sea exitoso? De ninguna manera. Ya lo dijo Lorenzo Meyer: eso es una contradicción. El indígena está jodido y punto. Lo define la miseria, la ignorancia, el hacinamiento y el atraso. Si el indígena llega a ser empresario entonces sería empresario y no indígena. El mayor ejemplo lo puso Benito Juárez, que en su ambición desmedida llegó a ser presidente, a pesar de haber sido un pastorcito en San Pablo Guelatao, Oaxaca. Pero nadie le decía indígena, sino presidente Juárez o don Benito, en algunos casos, pero ya no fue indígena ni pobre lo que lo hace un descastado. Próximamente Lorenzo Meyer explicará el terrible caso de Michael Jackson: un negro que se quiso convertir en blanco.

Así que ya lo saben: nada de que empezó limpiando la tiendita y acabó poniendo un almacén o que el que cantaba en el camión por unos pesos terminó de cantante de éxito. Esas son cosas del pasado. Porque, en efecto, no es cuestión de echarle ganas sino de saber que te quedarás jodido. Así la realidad en la mente del Presidente.

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