Una de las herramientas más importantes para una campaña electoral son los buenos estudios de opinión pública, ya que nos permiten conocer las posiciones que tiene la gente frente a los candidatos, los partidos y los asuntos sociales. Los buenos estudios de la opinión pública realizados a través de las encuestas y grupos de enfoque nos arrojan datos. Y esos datos fríos pueden no coincidir con las opiniones expresadas a través de los medios de comunicación que solemos escuchar o que son nuestros favoritos.
Nos gusta obtener información que refuerce nuestras creencias y le cerramos la puerta a las opiniones que nos disgustan.
Es importante entender que la mayoría de las veces no coincide la opinión pública y la opinión publicada. Y esto sucede porque las percepciones que tiene la gente no tienen nada que ver, con los sesudos análisis de especialistas y analistas que expresan su opinión, pero que conocen muy poco sobre la realidad cotidiana de los ciudadanos. Es como cuando los candidatos hablan de los problemas de la movilidad, pero jamás han tomado el Metrobús, “la micro”, o el metro.
Así que no debemos confundir la opinión pública, con la opinión publicada. Si sólo nos guiamos por loque se está comentando en los medios, corremos el riesgo de formular opiniones erradas sobre la realidad política y social.
La opinión publicada influye, pero no determina las decisiones que toman los electores al momento de ir a votar. Lo que sucede actualmente es que una buena proporción del voto contra Morena esta muy entusiasmado con Xóchitl Gálvez, y muchos se ven y se escuchan así mismos generando una ola de opiniones publicadas, que se emocionan con la misma intensidad que lo hace el polo de los apoyadores del presidente López Obrador; es decir, se apasionan con la misma intensidad que sus adversarios, perdiendo objetividad.
Aún esta por verse si Xóchitl se consolida y agarra calle; si es capaz de saltar del círculo rojo, al círculo verde de los que viajan en metro o los que aran la tierra. Porque para ganar la presidencia se requiere llegar a esa franja de votantes. Serán las encuestas serias, las que reflejen el crecimiento real de la aspirante opositora, más allá de la ola mediática, donde sólo oímos lo que queremos oír, y sólo seguimos a los que piensan como nosotros. Como decía el jesuita Fulton J. Sheen: “Cada uno de nosotros es su propio clima, determina el color del cielo dentro del universo emocional en el que habita”.
Xóchitl debería estar feliz, y más que pedir que el presidente ya no hable de ella, debería seguirlo provocando ¡para que hable más de ella! Como decía Napoleón Bonaparte: “Cuando tu enemigo se equivoque, no lo interrumpas”.
El presidente López Obrador que es uno de los políticos más astutos del sistema político mexicano, acaba de dar un golpe bajo contra su opositora, al revelar los movimientos de su empresa, y cuando un boxeador popular da un golpe totalmente ilegal y tramposo, el público suele reprobarlo y silbar. Si el presidente quiere convertirse en verdugo de sus opositores, al estilo del dictador de Nicaragua, habrá pasado a la galería de los villanos, con una alta concentración de poder.
El mismísimo presidente está siendo víctima de la opinión publicada, y empieza a meter malos golpes. ¿Qué necesidad cuando las encuestas le dan buenos puntos de popularidad? Bueno, ahí está lo emocionante de la política llena de pasiones humanas, al mejor cazador se le va la liebre.
También en nuestra vida real, estar consultando constantemente Twitter, Instagram, Facebook, y las noticias de nuestro interés, nos va a colocar en una situación vulnerable, víctimas de la hiperconexión; donde la ansiedad y la frustración suelen crecer, como no ha ocurrido en otra etapa de nuestra historia humana.
En la política y en las campañas electorales, se planea la estrategia con la cabeza fría y el mensaje se ejecuta con el corazón. Necesitamos analizar fríamente los datos, y luego comunicar el mensaje con una convicción que enamore a la gente.
Pero suele ocurrir al revés, analizamos con pasión y comunicamos con la razón y eso va a provocar las fallas y las turbulencias en la comunicación política, que a muchos nos divierten.
SI queremos ser eficaces, sólo tenemos que estar abiertos a escuchar y a dejarnos ayudar, porque no vemos las cosas como son, las vemos como somos.
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