Dejemos un rato a la corcholatiza y a la oposición en busca de método. Vámonos a otro lado. Algo de literatura. El escritor norteamericano Philipp Roth traía la política a flor piel. Sus grandes novelas tienen alto contenido político. Retratar a una sociedad como él hizo con los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo 20 es meterse a fondo con su política y sus personajes. Los republicanos de aquellos años, la derecha estadounidense, es revisada, criticada y ridiculizada por Roth en varias de sus obras literarias. La conocida Trilogía americana se compone de tres magníficas novelas: Pastoral americana, Me casé con un comunista y La mancha humana (Pastoral es la que más me gusta, pero ninguna de las otras dos carece de méritos), que son un viaje por el clima social y político estadounidense de esos años. Aquí unos subrayados de Me casé con un comunista (1998).
“En la sociedad humana –nos enseñaba el señor Ringold–, el pensar es la mayor transgresión de todas. El pensamiento crítico –añadía golpeando con los nudillos la mesa para subrayar cada una de las sílabas– es la subversión definitiva”.
“Tal vez, a pesar de la ideología, la política y la historia, una catástrofe auténtica siempre es, en el fondo, un desengaño personal, el paso de lo sublime a lo ridículo”.
“Pero en cuanto quieres apasionadamente lo que se encuentra más allá de tu alcance, estás listo para la frustración, te estás preparando para cuando te obliguen a ponerte de rodillas”.
“Lo esencial de ser un aristócrata inteligente y refinado es que, al contrario de los demás, te obligas a superar, o dar la impresión de que superas, la reacción despectiva a la diferencia”.
“… te casas una vez con una exageración, y a la vez siguiente te casas con la exageración antitética”.
“Mira, todo lo que los comunistas dicen del capitalismo es cierto, como lo es todo lo que los capitalistas dicen del comunismo. La diferencia estriba en que nuestro sistema funciona porque se basa en la verdad del egoísmo humano, mientras que el suyo se basa en un cuento de hadas sobre la hermandad de la gente. Es un cuento de hadas tan absurdo que tienen que desterrar a algunos a Siberia para que se lo crean”.
“La venganza –concluyó Murray–. No hay sentimiento más grande ni más pequeño en el ser humano, no hay nada tan audazmente creativo, incluso en las personas más corrientes, como el funcionamiento de la venganza, y nada es tan cruelmente creativo, incluso en los más refinados, como el funcionamiento de la traición”.
“La traición es un gran tema. Sólo tienes que pensar en la Biblia. ¿De qué trata ese libro? Esaú, los habitantes de Siquem, Judá, José, Moisés, Sansón, Samuel. David, Urías, Job…todos traicionados. ¿Quién traicionó a Job? Pues el mismísimo Dios”.
“La política es la gran generalizadora –me dijo Leo–, y la literatura la particularizadora… La generalización del sufrimiento: eso es el comunismo. La particularización del sufrimiento: he aquí la literatura”.
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