Quizá el mayor “logro” tangible de lópez, como dirigente de un movimiento político, es hacerle creer a decenas de millones de mexicanos que sus 15 millones de fieles e inamovibles seguidores son más que los 80 millones restantes de la lista nominal que no tienen definida su preferencia partidista.
En 2024 habrá más de 96 millones de personas con credencial de elector vigente, y hoy hay miles de personas que creen que 15 millones son una aplanadora imbatible. 15 millones son los que pudo movilizar en la farsa de la revocación de mandato, utilizando miles de millones de pesos del erario, poniéndole cuotas a gobernadores y presidentes municipales afines, moviendo a todo su ejército de cuervos de la nación, que amenazaron a cuanta persona se dejó, de perder sus beneficios de programas sociales, y con una organización casi perfecta del INE que instaló casillas por todo México, para que no hubiera pretexto. Así, 15 millones es su voto duro, su voto fiel, su voto inamovible. Los otros 80 millones están en juego, no tienen preferencia dura, no tienen definido su voto. 80 millones contra 15. Y, aún así, el señor lópez tiene convencidos a muchísimas personas de que el 2024 ya está definido.
Lo trágico y decepcionante para mí es que entre los convencidos hay muchísimas personas que no sólo aborrecen al populismo que representa lópez, sino que tienen amplio conocimiento y experiencia en la política. Académicos, comunicadores, analistas, empresarios y personas que yo considero inteligentes, que ya decidieron darse por vencidos, un año antes de la elección.
Como si viviéramos en los años 70, están muy preocupados por el “proceso” interno de selección del candidato en Morena. Reviviendo las vergonzosas épocas del gran elector y del “tapado” están muy pendientes de cualquier gesto, mensaje, señal o actitud que les deje ver hacia dónde se inclina la preferencia del presidente, respecto de los fieles que él mismo designó “sus corcholatas”.
Están muy preocupados y pendientes porque creen firmemente que de esa decisión del gran tlatoani saldrá la persona que ocupará la presidencia del 2024 al 2030.
Es decir, un año antes, ya se derrotaron, ya la dieron por perdida.
De nada importa la defensa que hemos hecho en los últimos meses respecto del INE para poder votar libremente. No importan las décadas que nos ha tomado construir un sistema electoral confiable que nos permita a los ciudadanos definir libremente quién puede gobernar. No importa que los precandidatos de morena sean patéticos y que, estadísticamente hablando, en México 2 de cada 3 personas votan por un cambio de gobierno. Puesto de otra manera, sólo 1 de cada 3 electores votaría por una campaña que diga “todo lo que hizo mi jefecito estuvo perfecto, yo sólo voy a continuar con su santo legado”, que es la única campaña que el tlatoani le permitirá a su ungida. No les importa saber que 80 millones de electores con credencial vigente aún no tienen una preferencia clara, contra 15 que ya la tienen. No les importa saber que en todas elecciones presidenciales hay una participación ciudadana significativamente mayor que en elecciones locales, en las que morena se beneficia de la bajísima participación, a través de la movilización ilegal y compra de votos. No se acuerdan de que, cuando Fox ganó, el PRI gobernaba el país, y la gran mayoría de las gubernaturas estatales. Tampoco recuerdan que, cuando Calderón ganó, el PRI gobernaba más de la mitad del país, y Fox hizo todo lo que pudo para evitar que fuera candidato de su partido. Olvidan que cuando Peña ganó, el PAN gobernaba el país, e hizo todo lo que pudo para retener la presidencia.
Nada de eso les importa, ellos ven las “encuestas” de “popularidad” del presidente, y los triunfos electorales locales de su partido, y declaran la derrota definitiva en 2024.
Con esa actitud derrotista dicen dos cosas: vamos por el Congreso y, la peor, “ojalá por lo menos sea Marcelo”. ¿Lo consideran una buena opción? ¿Creen que será un buen presidente? No, ni cerca. Lo desprecian por ser el abyecto súbdito de lópez que le ha soportado todo. Sólo creen que es lo menos malo que le pudiera pasar al país. Lo ven “pasable”. “Por los menos él no continuaría con la destrucción de lópez” me dicen ingenuos y llenos de miedo.
Cuando escucho eso de una persona a la que respeto, tomo aire, respiro profundo y le contesto ¿y si mejor construimos entre todos una alternativa ganadora con los 80 millones de electores que no tienen definida su preferencia?
¿De verdad, en un año, no podemos construir una gran alianza ciudadanos/partidos, que vaya por esos 80 millones? ¡Con la tercera parte de ellos tenemos para ganar carajo! ¿No se dan cuenta? Yo sí lo voy a intentar.
Dejen al presidente escoger a la candidata de su movimiento, sin hacerle el caldo gordo, exijamos permanentemente que cumplan con las reglas electorales de campaña, y hagamos nuestro propio juego. Dejen a un lado su culto al presidente, olviden su percepción de que tiene poderes mágicos para definir el futuro, y hagamos de México una democracia en la que los ciudadanos, con su voto libre y bien informado, definen quién puede gobernarnos y cómo.
Tenemos un año para sacudirnos la desidia, el miedo y la apatía, y para crear un gran movimiento ciudadano ganador. A darle pues.
Te puede interesar: Xóchitl expone la pequeñez de López
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
@yoinfluyo https://twitter.com/Yoinfluyo