El domingo 11 de junio tuvo lugar la reunión del Consejo Nacional de Morena donde, según dicen ellos mismos, de manera unánime se acordaron las condiciones para el “suelo parejo” en la definición de la candidatura de Morena y aliados para las elecciones presidenciales de 2024.
Los contendientes están ya claros: Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal de Morena; pero la invitación se abrió a Partido del Trabajo para que entre Gerardo Fernández Noroña y cierra con Manuel Velasco por el Verde. Llama la atención la integración de Velasco a este mecanismo puesto que el miércoles 7 de junio, Claudia fue aclamada en un evento público, por lo menos por parte del Verde, como su candidata desde ya.
Entrando en materia, es necesario entender que esta competencia se está haciendo por encima de la ley, como ha señalado Ciro Murayama en redes, ya que la ley electoral vigente marca que a partir de la tercera semana de noviembre en el año previo a la elección del Ejecutivo se realicen las campañas entre los diversos precandidatos de cada partido las cuales no pueden más de sesenta días. Las reglas de las precampañas incluyendo su financiamiento así como difusión en medios de comunicación están reguladas. Y ya ni mencionar que el Instituto Nacional Electoral que es también garante de estos procesos no ha sido mencionado. Evidentemente, en noviembre quien “gane” ahora, usará ese tiempo y ese recurso para afianzarse.
Esta disrupción en la legalidad, dirán algunos que es una raya más al tigre de lo ocurrido ya en este sexenio, pero la candidatura que salga de ahí, incluso si es de unidad, de origen estará marcada ya por lo que ha sido la creciente sombra en este sexenio que es el desprecio constante a la ley. Si en 1929 se inventó un partido político para aparentar legalidad y evitar que los balazos fueran el medio para eliminar a los rivales, en estos tiempos inéditos se crean reglas al margen de la ley para intentar contener las aspiraciones rivales.
Sin embargo, estas reglas no dejan de ser improvisadas aunque, supuestamente hayan sido consensuadas, es poco probable que sean cumplidas. Una de ellas, manifestaba la prohibición de acudir a ciertos “medios conservadores” que se anunciarían poco después. Pero a primera hora del lunes, Marcelo Ebrard ya estaba en el programa de Ciro Gómez Leyva —que se creería tiene con el octágono de advertencia de medio conservador— anunciando que irá a todas partes que lo inviten.
La cuestión del financiamiento de estas campañas adelantadas no es un asunto menor. En el programa de Ciro, Ebrard pidió que Morena los financie a los cuatro de su partido. Esa petición resulta reveladora de que ese tema que cualquiera hubiera creído vital haber negociado el día anterior, o no fue abordado o no fue resulto; abonando así a la poca seriedad de las reglas que se supone acordaron.
Ese punto además reviste importancia porque al día de hoy se asume que todos los que tenían acceso a presupuesto público lo estaban usando para sus campañas soterradas. Especialmente Claudia quien tenía a su alcance los enormes recursos de la Ciudad de México. En teoría, ni ella ni ninguno de los otros podrá seguir desviando dinero para financiarse lo cual debería ser una buena noticia; aunque nadie cree que esos recursos no les seguirán llegando; pero ahora podrían sumarse montones de “sobres amarillos” enviados por todo tipo de “cooperadores” incluyendo el crimen organizado.
Se podría creer que estas campañas en cierta medida quitarán los reflectores que hoy acapara el titular del Ejecutivo, y habría quien se cuestionaría por qué lo permitiría alguien tan adicto a estar en el centro del espectáculo. Pero lo que ocurrirá más bien es el titular del Ejecutivo adoptará el papel de presentador en el circo y que a los contendientes se les usará como la cortina de humo hecha a medida para que los temas vitales pasen a segundo plano.
Los próximos meses seguramente la inseguridad no mejorará, de hecho podría empeorar. Sólo por mencionar algo, el mismo día en que se realizó el Consejo de Morena se tuvo una de las jornadas más violentas con 105 asesinatos. No se hablará de qué pasará con el nuevo ciclo escolar que amenaza con iniciar en el más completo desorden, no sólo por las irregularidades en la creación de los nuevos libros de texto sino porque los docentes siguen sin recibir orientación sobre las pretensiones de la bautizada con Nueva Escuela Mexicana y deberán improvisar con materiales de ciclos anteriores —que tal como viene el asunto quizá este sea el menos malo de los escenarios—. Seguramente, la atención a la salud tampoco registrará cambios positivos y menos si se han derogado varias de las Normas Oficiales que estipulaban requisitos y procedimiento mínimos de atención. Y así el rosario interminable de temas que sí afectan a millones.
Por supuesto, en el aire está la pregunta obligada: ¿Cómo queda la Alianza Va por México? Porque parece que por el momento no tienen ni la menor idea de cómo dar el siguiente paso e incluso parecerían dispuestos a dar pasos hacia atrás.
En este escenario, los ciudadanos deben insistir en que los problemas de salud, educación y seguridad no sean desplazados de la arena pública por el titular del Ejecutivo. Y a la par, deben encontrar la forma de que esos problemas se vuelvan fuente de propuestas reales de solución a mediano y largo plazo para integrarlas a una agenda ciudadana. Esta debe ser la base para la Alianza Va por México, con el candidato que aspire a reconquistar el voto de los defraudados por el gobierno actual y los que quieren rectificar el rumbo. Ofrecer que no son Morena, está visto que no enciende. A los ciudadanos, por primera vez en la historia de México, nos toca mantener viva la exigencia de nuestras necesidades como condición ineludible para los candidatos. Tiempos inéditos.
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