Una forma de distinguir los buenos de los malos es la oposición entre hombría y machismo. No creo necesario explicar estos términos. De un hombre digno se espera que cumpla con los roles, las responsabilidades que sus posiciones familiares y sociales en sentido amplio, le exigen. Hacer el bien y evitar el mal. El hombre, a diferencia de los animales, tiene conciencia y voluntad de seguir sus guías morales.
La hombría es una visión positiva del varón humano. En tanto, lo que llamamos machismo es un comportamiento cuya base es el abuso en el uso de su fuerza, intentando demostrar una superioridad a la que cree tener derecho, nada más por ser macho.
Los machos son los animales de sexo masculino, y también los varones en la humanidad. Los animales machos siguen sus instintos, pero los hombres siguen no sólo sus instintos, sino que tienen también la capacidad intelectual de tomar decisiones conforme a sus creencias, principios y responsabilidades percibidas, por su formación iniciada desde niño o hacer lo contrario.
Un varón más comportado como hombre que como macho es formado desde sus primeros años, por educación y en mucho por imitación del comportamiento que ve de los varones a su alrededor, así como por la forma en que las mujeres actúan y reaccionan ante su comportamiento. El varón guiará su conducta según sus convicciones y también según la influencia de sus medios familiar, escolar y social. Así, un niño se convierte en joven y en adulto, y va actuando con hombría o con machismo. Es difícil encontrar un término medio, pues, aunque un varón a veces se conduzca dignamente y otras con conductas machistas, en estos casos, el machismo derrota a la hombría.
Todo esto va a la conducta de un padre de familia. El padre será un buen padre, aún con debilidades y errores propios de la naturaleza humana, si fue formado por la familia, la escuela, la sociedad y en su caso de su iglesia, para cumplir dignamente sus deberes con su cónyuge, sus hijos y hasta sus nietos. Un real buen padre será a la vez un cónyuge, buen hijo y hermano, y hasta un buen pariente y miembro de la sociedad.
Si las familias, la sociedad, la escuela, la iglesia y el gobierno desean tener buenos padres y no malos padres, deben enfocarse en su educación, influencia, exigencias y sobre todo ejemplos para hacer de cada niño un futuro buen padre si llega a tener hijos.
Cuando los hombres que parecían buenos resultan malos padres, es por falta de observación de su conducta, de sus expresiones acerca de los deberes familiares, que permitan a padres, tutores, familiares, maestros y parientes mayores, apreciar si será capaz de desempeñarse como padre bueno, cariñoso y responsable a cabalidad.
Las sorpresas que muchas veces las jóvenes casaderas se llevan cuando sus parejas o maridos que parecían tan buenos resultan malos padres, es porque no aprendieron a evaluar conductas y esquemas de valores. La mujer que quiera tener como marido a un buen padre de familia debe ser observadora, y no dejar que el canto seductor les ciegue para no ver la verdadera personalidad de su pretendiente. No solamente observar su conducta y sus expresiones de un mundo familiar feliz es suficiente, hay que ver cómo se comportan él mismo y los varones de su familia y medio social, para anticipar lo que podría esperar.
Un futuro buen padre de familia se comporta con hombría en todo lo que hace (y como dije con sus errores y debilidades), y si así lo hace, se puede esperar que será un buen padre, tanto por su pretendida como por sus respectivas familias y amistades. Toda conducta machista, por pequeña que parezca, es una señal de alerta.
“Voy a hacer una hombrada”, se dice a sí mismo un personaje de película, cuando se dispone a cumplir una responsabilidad grave que sabe le corresponde, y que puede costarle muy caro, hasta pagarla con riesgo de su vida. La paternidad es una cadena de hombradas desde antes de que se conciban sus hijos y que solo terminará, posiblemente, hasta su muerte si así lo necesitan sus hijos y sus nietos.
Un buen padre no solamente será un buen proveedor de familia, sino además un buen educador de su prole, especialmente con el buen ejemplo de su conducta cotidiana. Un buen padre de familia lo será también con su trato y cuidado de su mujer y del resto de familia en lo que se sienta y se vea obligado a cumplir o apoyar. Igualmente, con su buen ejemplo en la vida social, laboral y de medio de vida, sus amigos y toda persona que lo requiera justamente.
Las jóvenes casaderas, sus familias y amistades con “ojo clínico”, podrán ver si en su comportamiento cotidiano, expresiones y preferencias, un pretendiente será un padre de hombría, bueno, o machista y malo lo más probable. Sí, detrás de un futuro buen padre, hay principios y conducta de hombría en la vida diaria, y eso deben buscar cuidadosamente las futuras madres para sus hijos (y para sí mismas).
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