La respuesta es que no lo hará. Y hay buenas razones para pensar así. Hay que considerar que una renuncia a un cargo público es asunto completamente voluntario, aunque en general cuando decide un superior que un subordinado se vaya, la costumbre general no es despedirlo, sino que por “expediente”, presente su renuncia. Se supone que el renunciar a un cargo no es tan deshonroso como el ser despedido por razones vergonzosas (también se despiden servidores públicos injustamente).
¿Y por qué no renunciará el presidente si otros malos mandatarios, dictadores, lo han hecho bajo presión popular? Porque cuando han renunciado es porque sienten que están perdiendo, y mucho, el poder, o que sería inminente un golpe de estado (militar, por supuesto, no hay de otros) que lo tumbaría y quizá hasta lo encarcelaría. Un mandatario caído en desgracia puede renunciar hasta por simple presión ciudadana, o de su gabinete, o de su poder legislativo, o exigido por el alto mando militar. O hasta por presión de un gobierno extranjero que lo amenace. Pero no así de sencillo es el caso de un dictador con absoluto control de las policías y las fuerzas armadas de su país.
Un dictador como López Obrador tiene el control político de México, y no será orillado a renunciar porque la población, mucha o poca, se lo exija. Sigue siendo la renuncia una decisión voluntaria, y no se le puede imponer. Tiene tanto control político este presidente, que no tendrá miedo de que se le pueda obligar a renunciar en vez de ser destituido. Su ambición de vida es controlar a México, y no va a ceder a eso. Aquí vale lo de que primero muerto que renunciar. De hecho, sabemos que quiere quedarse en el poder indefinidamente, pasando por todas las leyes y la Constitución de la república. Y lo peor es que cree que lo podrá hacer, con la complicidad de su gabinete, sus legisladores serviles y en especial por el apoyo de los altos mando de las fuerzas armadas, a las que ha dado completa libertad y facilidades para enriquecerse.
No, el caso de López Obrador no es de los dictadores que han sido obligados a irse y dejar un poder que esos momentos saben se les ha ido de las manos. Los dictadores de la historia moderna no han renunciado por una dignidad que no tienen, insisto, lo han hecho por verse políticamente o perdidos o muy débiles ya sin controlar en especial a las fuerzas armadas.
Entonces, si López Obrador no va a renunciar al exigírselo popularmente, ¿sirve el presentarle la exigencia de que lo haga? Si, sí sirve; no se alcanzaría el éxito de que renuncie, pero ayudaría a debilitar su apoyo popular. Y con ello hacer reflexionar a muchos que lo han apoyado en el “pueblo bueno y sabio”, para que le volteen la cara, y que incidiría en las elecciones de 2024, en donde él y su partido perderían las elecciones, la presidencial, la de legisladores (en mayoría que necesita) y de algunos gobernadores y muchos presidentes municipales.
La única razón por la que podría presentar su renuncia al cargo de presidente López Obrador es por graves motivos de salud personal, cuando viera que no puede ya gobernar. Ha habido casos de dictadores que a pesar de estar gravemente enfermos y en peligro de muerte no han dejado el poder, y mueren en el cargo.
El resumen de esta disquisición es el mismo: López Obrador NO va a renunciar, no se le puede obligar por presión popular, ni por la exigencia de un legislativo federal en el que tiene al menos la mayoría simple, mucho menos por amenazas de un militarismo al que ha empoderado y enriquecido. Pero vale la pena que se vea el descontento de muchos ciudadanos por su gobierno autoritario y destructor de instituciones del país, y, por supuesto, de sus continuas violaciones a las leyes (porque sí, los ciudadanos y sus organizaciones le van “con el cuento de que la ley es la ley”.
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