AMLO ha dejado claro que será muy distinta su forma de gobernar a la de los demás presidentes que ha tenido México, y no hay otra que podamos hacer más que apegarnos a esto.
Cuando el oficialismo advierte desde el poder que tenemos que acostumbrarnos a nuevas formas y estilo, tiene razón. La nueva clase gobernante querrá darle su propio sello a la manera de gobernar. Nada hay de extraño en eso, es lo normal. La abrumadora votación a favor del cambio fue un claro mandato de cambiar también las formas. El desmantelamiento de símbolos que ha hecho en su primera semana de gobierno Andrés Manuel López Obrador, ha sido notable. Más allá de las palabras, el presidente López Obrador ha querido mostrar que será un Presidente diferente en casi todos los terrenos. No habrá muchos cambios, por lo menos perceptibles, entre el candidato y el presidente.
El estilo personal del titular del Ejecutivo incluye el pleito público con personas e instituciones. Su equipo y seguidores secundan y ahondan los pleitos. Inundados por el fervor campañero, el resentimiento y el ánimo de revancha, se han ocupado de generar un clima de enfrentamiento generalizado. No les importa quiénes o qué representan los que están enfrente, no quieren que nadie se oponga a la palabra del líder, que no se pone en duda, y lo que él diga es mandato del pueblo. Se entiende que entre las cosas que quieren cambiar esté la manera de relacionarse con las otras fuerzas políticas, factores de poder y las instituciones que no dependen del Ejecutivo, y por eso los pleitos se han multiplicado. En estos días le tocará la embestida a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al presidente no le parecen las decisiones que se toman ahí, y no creo que comprenda a cabalidad las responsabilidades de ese poder. Si bien es cierto que se deben corregir a la brevedad muchas cosas en ese poder, también lo es que hay que fortalecer y apoyar su papel como contrapeso a los excesos de los otros dos poderes. Los elevados sueldos, el nepotismo rampante en ese poder, las decisiones torcidas son parte de lo que se tiene que solucionar a la brevedad, porque abonan a la situación de desigualdad que hay en el país. Arturo Zaldívar, que aspira a presidir la SCJN, escribió en Nexos: “Si la Corte no goza de credibilidad, si no es percibida como una institución íntegra, honesta e independiente, simplemente carece de las condiciones necesarias para realizar las tareas que la Constitución le asigna”. Cierto, tan relevante su integridad como su independencia.
Al oficialismo le molesta la independencia de los demás. Educados en el vasallaje político, la libertad de opinar distinto les parece un antivalor. La Corte no tiene por qué prestarse a manipulaciones y chantajes, así sean del Presidente del país. El ministro Alberto Pérez Dayán –también aspirante a presidir la SCJN– ha dado una lección de independencia al fallar contra la ley que regulaba los salarios. En la demagogia, el presidente y su coro dicen que la Corte se opone a la austeridad. Si bien son ciertos los excesos, nada tiene que ver eso con una ley plagada de errores y planteamientos que están lejos de ser un diseño real de una política salarial. Encabezados por el senador Monreal, seguidores de AMLO organizan linchamientos contra Pérez Dayán, en particular, y la Corte en general. Al mismo tiempo la SCJN nos dio la decisión de hacer obligatoria la inscripción en el IMSS de personas que laboran en el servicio doméstico. Fue una decisión de la Corte, no de este gobierno. La SCJN trabaja y al mismo tiempo tendrá que arreglar los excesos sin sucumbir a las órdenes de un par de poderes que se alimentan a sí mismos con sus ocurrencias.
Los pleitos que vienen no serán sencillos. La apuesta del gobierno por borrar cualquier cosa que le parezca producto de alguna mente neoliberal, será triturada. No les importan costos, casi todo lo que proponen es más caro de lo que cualquier otra propuesta racional. Pero si las cosas salen mal, porque calcularon mal, porque no hicieron el trabajo debido para tener políticas públicas e inversiones eficaces, ya tienen a los culpables y uno de ellos será la SCJN. Habrá que defenderla.
Te puede interesar: De cómo si el presidente gana, no necesariamente gana México
@yoinfluyo
redaccion@yoinfluyo.com
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com