Lo barato sale caro

Algunas ñoras ya tienen a su personal de confianza, otras lidian para encontrarlos; pero, ¿qué pasa con el cambio Gobierno Federal y su administración?



Las ñoras básicamente somos amas de casa –o amas de coche porque como dice una ñora amiga mía pasamos más tiempo ahí– y aunque la profesión actualmente no tiene las mejores recomendaciones, requiere de muchas habilidades. Entre ellas conseguir gente capaz para resolver los miles de problemas de una casa: el “maistro” que te cambia los azulejos del baño o del plomero que salva por quinta vez el boiler.

Conseguir gente especializada, confiable, honesta y capaz de hacer su trabajo en una casa es un reto. Algunas afortunada ñoras heredan de sus madres al “maistro” que lleva toda la vida haciendo reparaciones en la casa; pero muchas lidiamos por años con las recomendaciones de las otras ñoras. Porque esa es otra, no todos los “maistros” hacen clic con todas las ñoras: el que le hizo el más maravilloso trabajo con las losetas digno de un palacio veneciano con la otra le dejó una hermosa catarata del Niágara –perdón, una Cascada de Agua Azul porque somos nacionalistas y el exterior dejó de existir– en medio de la sala. En concreto –o en yeso, según el asunto que se trate de reparar– encontrar gente con el perfil exacto para que haga un trabajo bien hecho es muy difícil. Y cuando lo ocurre estás dispuesta a pagar lo que vale y no lo sueltas.

Pues, resulta que nuestro ya-lo-logré-yo-soy-el-Estado-y-ustedes-mis-súbitos con tal de complacerse en sus extrañas teorías de austeridad y del reciclado –que hay que decir que empieza en casa porque no-soy-primera-dama traía para el día de la toma de posesión un vestido reciclado de una puesta en escena de la Novicia Rebelde, sí el que usa para salir de convento e ir a casa de los Von Trapp– acabará por crear un agujero negro de ineficacia en el Gobierno Federal.

Y para muestra, un botón ya que andamos mencionando vestuarios. El ingeniero Alberto Hernández Unzón fue hasta hace un par de días del director del Servicio Meteorológico Nacional de México, y se volvió una voz familiar para las ñoras que oímos el radio –recuerden que somos amas de coche– y le entendíamos, y mucha gente lo tomaba en serio porque sabía explicar perfectamente los riesgos meteorológicos. Adivino que salvó muchas porque al conectar con la gente, la gente entendía que sí estaba en riesgo real y tomaba medidas para salvarse. Quitarlo así nada más porque sí, no parece tener sentido. Si no sólo es capaz, sino que lo hace con un nivel de excelencia, yo lo seguía contratando porque es el “maistro” que va me va a hacer un palacio veneciano –perdón, la costumbre extranjerizante, un mural de Cacaxtla– y no me arriesgaría a probar con otro que quién sabe si sea bueno.

Sí, ya oí las carcajadas. Incluso yo me río de mi ñora ingenuidad, no se trata más de ser eficaz o salvar vidas de los mexicanos, se trata de reciclarla cuotas de amiguismos, de pagar las deudas electorales y otras mucho más oscuras razones para poner a alguien en un puesto público. El caso del ingeniero sonará, y quizá por ese ruido, lo mantengan; pero hay miles de funcionarios igualmente brillantes que, o serán destituidos o se irán de sus puestos porque les aplicarán injustos recortes salariales que ya no corresponderán a su desempeño. Y como cualquier ñora sabe: cuándo tiene que acudir al plomero de la esquina –al cual ni conoce– se arriesga a tener la cascada de Agua Azul en medio de la sala, es decir, le sale más caro. Y aquí, al final, lo pagaremos todos.

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