El viaje de Pablo es una cadena de sucesos para reflexionar, en esta ocasión hablaremos de las dos posturas en las que estaba dividido su pueblo.
El viaje de Pablo a Jerusalén resultó tal vez muy diferente a como lo había imaginado, y fue muy duro para él enfrentarse a su pueblo, que se encontraba en una gran decadencia, pues por un lado se decían muy apegados a la ley, pero por otro lado muchos de sus dirigentes llevaban una vida muy reprobable, entre otros el sumo sacerdote Ananías que era codicioso y glotón.
Pablo movido por su gran espíritu de fe, trató de hablar de la verdad de su conversión, pero el tribunal no estaba interesado en realidad en escucharlo, su único interés era condenarlo. Pablo tuvo que apelar a su experiencia también de un hombre que se ha enfrentado a toda clase de situaciones, y conociendo la rivalidad que había entre saduceos y fariseos, habló de la resurrección en la que los saduceos no creían, entonces cuando éstos empezaron a burlarse del concepto, los fariseos los enfrentaron y eso se convirtió en una verdadera contienda entre ambos bandos, así que las autoridades romanas decidieron sacar de en medio de ese terrible altercado a Pablo antes de que sucediera otra cosa.
Entonces, se empezó a planear una verdadera conspiración para matar a Pablo, y cuarenta hombres se comprometieron a llevar a cabo el crimen cuando Pablo fuera conducido nuevamente al tribunal, pero el complot se descubrió y un sobrino de Pablo se lo fue a comunicar a la prisión, entonces Pablo le pidió que se lo comunicara al procurador romano, quien decidió trasladarlos por la noche con una gran escolta a Cesarea y entregarlo al gobernador Félix.
Pablo fue conducido a una prisión en el palacio construido por Herodes. Félix lo conoció y al principio lo vio con cierto desprecio, pero después de platicar con él se dio cuenta que era un hombre de cultura superior a los judíos que conocía, y pronto le permitió poder estar sin cadenas y tener una prisión más o menos cómoda, así se iniciaría este período de dos años de falta de libertad de Pablo.
Félix, por el tiempo que había estado en la región conocía bastante de la religión judía y de los personajes que la representaban, escuchó las acusaciones contra Pablo, y rápidamente las desestimó, pues no las consideró lo suficientemente poderosas para llevar a Pablo nuevamente ante el Sanedrín, que de antemano sabía sería totalmente parcial, si es que Pablo podía llegar antes de ser asesinado en el camino.
Félix también tenía la esperanza de que tal vez Pablo sería rescatado con dinero, así que como era muy ambicioso esta era una de las razones que le animaban a mantener al apóstol bien resguardado.
Estos dos años de prisión sin cadenas ayudaron a Pablo a restablecerse mucho en cuanto a la salud. Lucas que siempre estuvo cerca del apóstol aprovechó este tiempo para trabajar en su Evangelio, seguramente se trasladó con frecuencia a Jerusalén y tuvo ahí la oportunidad de platicar con Santiago y, sobre todo con la Virgen, de quien obtuvo testimonios muy íntimos sobre la infancia de Jesús. Con Pablo compartió muchas de las experiencias espirituales del apóstol y compartiendo recuerdos para la composición de los Hechos de los Apóstoles, así que realmente fue también una etapa muy importante para que los cristianos tuviéramos después estos grandes testimonios, que hoy forman parte del Nuevo Testamento.
Por el año 60, Félix fue removido de su cargo, y Pablo nuevamente encadenado quedó en espera de la llegada del nuevo gobernador y de las amenazas de los judíos que siempre estaban a la expectativa de seguir con el proceso del acusado.
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