México conmemora otro año más de la revolución, pero lo que necesita es revolucionar su educación.
A propósito de la festividad que recuerda el acontecimiento histórico de 1910 en nuestra patria, cabe destacar el espíritu que llevó a nuestros héroes nacionales a revolucionar, es decir, a volver a evolucionar lo que consideraban estaba estancado y deteriorado.
Este antecedente político puede ser punto de partida para espejear la gran necesidad que tiene la educación de detenerse y mirar si su evolución ha sido lo suficientemente provechosa para generar cambios que hagan mejores personas para impactar en la sociedad.
Si bien la Revolución Mexicana fue un grito de guerra que se rebeló ante la dictadura de un gobernante, también hizo valer voces de muchos silenciados; más allá de un juicio moral sobre la bondad o maldad de lo sucedido, una revolución permite ver y escuchar el sentir adormecido que hace levantar conciencias.
¿Qué tipo de revolución está generando la educación en México?, ¿son las escuelas centros de evolución, o más bien de retroceso?, ¿los maestros son protagonistas del cambio que están llamados a generar?, ¿el pensamiento de los alumnos es crítico y reflexivo?, ¿contra qué es necesario combatir hoy en día a nivel educativo para incentivar el progreso?
Mucho se ha hablado de la necesaria revolución de las mentes y las conciencias. Sin embargo, más allá de hablar de un descubrimiento de hilo negro, conviene recordar la fuente de donde emana todo y el cauce al que llega todo: el mismo ser humano.
Si educamos solamente pensando y sin tomar en cuenta el modo de sentir del estudiante, ocasionamos mecanismos de repetición, muchas veces centrados en lo memorístico. Cuando el trayecto toma en cuenta a la persona como una suma de cuerpo y alma (en palabras aristotélicas), considera su totalidad, conservando la particularidad.
Hoy nuestras escuelas necesitan dar una mirada profunda al alma de las comunidades educativas; ¿no de ahí emana el verdadero poder? La revolución que necesitamos no saldrá de la guerra bélica, sino de la guerra contra estructuras enmohecidas que siguen alimentando reproducciones mal hechas.
El maestro debe considerar que no puede enseñar como aprendió, gran batalla. Sin embargo, la realidad es que no conoce otra forma en lo inmediato. Necesita abrir caminos, que muchas veces cuesta trabajo andar.
Es por lo tanto una urgencia que se lleguen y se desarrollen procesos distintos de aprendizaje y de enseñanza, también en casa, no encasillar a un molde, el ser humano es tan libre que puede expandir no sólo sus brazos sino sus propios horizontes. Permitamos acceso a novedades, esto es evolucionar, crecer, desarrollarse.
Posiblemente en estos momentos se esté gestando esta revolución, si así ya es, manifiesto el anhelo que no tarde mucho en multiplicarse y cambiar para bien lo que es importante oxigenar en nuestros ya mencionados, espacios educativos.
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