Nicaragua: una piedra en el zapato

Nicaragua sigue ocupando las primeras planas de los principales diarios del mundo debido a que las decisiones autoritarias del dictador Daniel Ortega son peores cada día que pasa.

Al ver como la gran mayoría de sus opositores censuraba su política, Ortega los metió a todos en la cárcel.

Entre ellos se encontraba monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, uno de los críticos más duros del gobierno actual.

Fue tal la presión internacional, que en días pasados Ortega liberó a 222 de ellos.

Aquí la palabra “liberó” hay que entenderla como un eufemismo puesto que lo más acertado es decir que los expulsó del país porque les resultaban incómodos. Y al mismo tiempo que los expulsaba, los privaba de la nacionalidad nicaragüense.

Entre ellos se encontraba monseñor Rolando Álvarez quien, cuando estaba a punto de abordar el avión que lo llevaría a Washington junto con los demás desterrados, se salió de la fila.

Esto provocó tal furia en el dictador quien, violando todo tipo de garantía procesal, lo encarceló condenándolo a 26 años y 4 meses de prisión.

Una pena que el obispo deberá cumplir en una celda de máxima seguridad en la Cárcel Modelo de Managua, la peor del todo el país. En dicha celda, el obispo, aparte de verse impedido de celebrar Misa, se verá también privado tanto de su Biblia personal como de su libro de oraciones.

La rabiosa actitud del dictador bananero en contra del prelado tiene su explicación: En el momento en que el obispo de Matagalpa decidió quedarse y acompañar a su clero que está sufriendo persecuciones y amenazas; en ese momento monseñor Álvarez pasó a convertirse en el opositor más peligroso del régimen.

Con su valiente actitud, el obispo bien podría convertirse en una incómoda piedra en el zapato para el gobierno nicaragüense.

Y es que la firme postura del obispo podría crear un nuevo “mártir cristiano” que gozaría de un indiscutible apoyo no solo nacional sino también a nivel mundial.

Vale la pena recordar una vieja historia que bien podría repetirse…

Fue hace más de siete décadas cuando en Hungría otro obispo valiente desafió también al gobierno comunista que acababa de tomar el poder: Se trataba del Cardenal Josef Mindszenty quien, por defender a su pueblo de los abusos de la tiranía, fue encarcelado y sometido a las peores torturas.

A partir de ese momento Mindszenty se convirtió en todo un símbolo de la resistencia anticomunista del pueblo húngaro.

Tanto así que cuando, en octubre de 1956 se produjo una rebelión en Budapest, lo primero que hicieron los patriotas fue liberar al Cardenal.

Desgraciadamente la rebelión fue reprimida a sangre y fuego por los tanques soviéticos lo cual obligó a que Mindszenty se refugiara en la embajada de los Estados Unidos donde permaneció varios años, convirtiéndose en todo un héroe del pueblo húngaro que luchaba por recobrar la libertad perdida.

Salvando las distancias –son otros los tiempos y otras las latitudes- pudiera ocurrir lo mismo en Nicaragua con monseñor Rolando Álvarez.

La valiente postura del obispo de Matagalpa –repetimos- se ha convertido en una piedra en el zapato para el régimen, haciendo que el dictador pase noches enteras sin dormir.

Ahora bien, aparte de la valiente actitud del buen pastor que no abandona a sus ovejas dejándolas a merced de los lobos, hay otros factores que también le quitan el sueño a Ortega.

Entre ellos el hecho de que, entre los desterrados a los que también se les ha despojado de su nacionalidad se encuentren personajes que en el pasado destacaron en el gobierno sandinista.

Entre ellos se encuentran el ex vicepresidente Sergio Ramírez, la novelista Gioconda Belli, la ex guerrillera Mónica Baltodano, el ex comandante sandinista Luis Carrión y muchos más que hacen interminable la lista.

A todos ellos el gobierno español les ha ofrecido la ciudadanía.

El caso es que la dictadura sandinista ha sido condenada hasta por un ilustre militante de izquierda como es el caso de José Mújica, ex presidente de Uruguay.

Y conforme van pasando los días las condenas de la comunidad internacional van cayendo como pesadas piedras sobre Ortega y cómplices.

Mal, muy mal deben andar las cosas para un dictador cuyas finanzas se encuentran en quiebra y que –aparte de ser censurado por sus antiguos aliados- recibe ahora ataques de gran parte del mundo, especialmente por parte del Papa quien ha expresado su preocupación por lo que está ocurriendo en Nicaragua.

Y si a todo esto le sumamos la piedra en el zapato en que se ha convertido el obispo de Matagalpa, los pronósticos no pueden ser peores para el amo del país.

Peores para Ortega pero quizás esperanzadores para Nicaragua. El tiempo dará la respuesta…

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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