A fines del mes de enero el Sr. Víctor Madrigal-Borloz, experto independiente para la protección contra la violencia y la discriminación por orientación sexual e identidad de género de la ONU, hizo un llamado a “todos los estados interesados, organizaciones de la sociedad civil, instituciones y líderes religiosos, académicos, organizaciones internacionales, instituciones nacionales, activistas, y otros a dar su opinión sobre el informe acerca del derecho a la libertad de religión o creencias (FoRB) y su relación con la orientación sexual y la identidad de género (SOGI)” que se presentará en la sesión 53ª del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en junio del 2023.
No es necesario ser perspicaz para prever que dicho informe que “examinará las contradicciones percibidas entre la libertad de conciencia y entre libertad de violencia por orientación sexual e identidad de género”, aumentará aún más las tensiones entre la libertad religiosa y los llamados intereses LGBT. Pues señala que: “El informe propondrá recomendaciones a los Estados y partes interesadas a fin de proteger y empoderar a las personas LGBT+ mejorando su acceso a la fe y la espiritualidad, como personas libres e iguales en dignidad y derechos, y su acceso a la espiritualidad de acuerdo con su propio derecho a la libertad de religión o de creencias garantizando su participación efectiva en la vida religiosa, cultural, social y pública”.
El informe finaliza proponiendo un par de “buenas prácticas dirigidas a proteger y promover la libertad de religión o creencias de las personas LGBT+ y a realizar esfuerzos para prevenir, mitigar y responder a cualquier violencia y/o discriminación justificada en nombre de la religión.”
Como vemos, esta ideología, promovida por el sistema imperante, no se contenta con la tolerancia, no se conforma con la condescendencia, ni siquiera ya les basta el reconocimiento de una unión que, a pesar de ser ilegitima, actualmente es legal en muchos estados. Ahora, exigen de las instituciones religiosas; el reconocimiento, la aclamación y hasta la bendición, ya no sólo de la homosexualidad sino del amplísimo abanico de la ideología de género.
Porque este breve informe, que la gran mayoría de los medios, previsiblemente han pasado por alto, representa una gran amenaza para la libertad religiosa y para la libertad de conciencia de millones de personas que, siguen la moral sexual acorde con la ley natural. Mas, sobre todo y ante todo, representa un fuerte ataque a la Verdad defendida y transmitida por las perennes enseñanzas de la iglesia católica cuya doctrina, al defender una sexualidad que, basada en la ley natural afirma la complementariedad entre el hombre y la mujer dentro del marco del matrimonio estable; “promueve (de acuerdo con este informe) normas cisgénero y heteronormativas de orientación sexual que perjudica los llamados derechos LGBT y reprime la diversidad sexual”.
Y es que la ideología del abecedario busca rebajar la religión, especialmente la única y una, santa, católica y apostólica; a un sistema de creencias naturalistas que, al rechazar la Revelación Divina pone la ley en manos del “pueblo libre”, considera a todas las religiones por igual y que, a fin de reconciliar las opiniones contrarias, aun en el campo dogmático; redefina y modifique, como ya lo advirtiera Hillary Clinton años atrás: “Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales, empleando de ser necesario, sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”.
Difíciles son los tiempos en los cuales: las enseñanzas bíblicas son calificadas de retrógradas, opresivas y crueles; la defensa de la ley natural es señalada como fanática y ofensiva; se denomina delito de odio afirmar que un hombre no puede ser mujer y viceversa y el promover una sexualidad sana basada en la ley divina, perenne e inmutable; empieza a considerarse, peligrosamente subversivo.
Hemos ido perdiendo terreno, aun sagrado y ahora, el débil escudo de una libertad religiosa que colocó desde el inicio, el error al nivel de la Verdad está siendo utilizado en contra nuestra. Y es que en lugar de luchar por el bien, nos fuimos acomodando pasiva, resignada y silenciosamente a tolerar un mal menor que rápidamente y casi sin darnos cuenta, al tiempo que fue degenerando, fue ganando aceptación gracias a la propaganda masiva difundida a diestra y siniestra a través de los poderosos medios de comunicación, en complicidad con varias organizaciones internacionales que promovieron y normalizaron conductas antes inadmisibles, por inmorales. Actualmente, son muchos los que engañados, apoyan este tipo de conductas que al ir contra natura, ofenden gravemente a Dios, hieren profundamente al hombre y ponen en peligro a muchas almas oscurecidas por una ideología que, en nombre del amor, las lleva a la perdición.
Desafortunadamente, algunos miembros de la santa y única iglesia católica han sido seducidos por la nociva ideología de género que, en abierta desobediencia a las enseñanzas de Cristo, está siendo promovida desde algunos púlpitos; favorecida por las ambigüedades de algunos prelados y amparada por el silencio de varios pastores que, temerosos de desatar la ira del mundo han dejado a su rebaño rodeado de lobos. Afortunadamente, los católicos tenemos también, valientes y leales pastores y además, contamos con las enseñanzas de Cristo; que transmitidas ayer, hoy y siempre por el magisterio infalible de la iglesia, firmes y estables alumbran, a quien desee aceptar la luz, las tinieblas en las que se ha sumergido un mundo que se atreve a llamar bien al mal y mal al bien.
Ante el peligro de esta guerra despiadada y tenaz contra la Verdad, debemos unirnos todos los hombres de buena voluntad en oración, acción y penitencia. La salvación de muchas almas depende de ello. El verdadero amor al pecador requiere el rechazo del pecado. La caridad siempre va unida a la verdad. Luchemos por alcanzar, en palabras de S.S León XIII: “Una libertad propia de los hijos de Dios, por la cual nos veamos libres de la servidumbre de Satanás y de la perversa tiranía de las pasiones; una fraternidad cuyo origen resida en Dios, Creador y Padre común de todos; una igualdad que, basada en los fundamentos de la justicia y de la caridad, no borre todas las diferencias entre los hombres, sino que con la variedad de condiciones, deberes e inclinaciones forme aquel admirable y armonioso conjunto que es propio naturalmente de toda vida civil digna y útilmente constituida”.
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