Catón… y el Peje

Catón ha declarado acerca de la consulta de AMLO para la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, considerando a esto como una “jalada”.


Caton y AMLO


¿Quién no conoce a Catón? Analista, politólogo, historiador, escritor y, sobre todo, un gran patriota, con un gran sentido del humor. Hoy, por ser muy oportuno, cito un comentario suyo textualmente, titulado Catón hoy:
“Lo de menos sería decir que es una jalada”. Ese grosero vulgarismo se usaba en tiempos de antes para significar que algo era absurdo, necio, inútil. Tal frase tenía claras connotaciones onanísticas. La consulta de López Obrador sobre el nuevo aeropuerto es una jalada, sí, pero está muy lejos de ser solamente eso.

Es, además, un grave acto de corrupción política. Por principio de cuentas, la tal consulta está viciada de origen, por no tener sustento legal alguno. Eso le quita cualquier efecto vinculatorio que se le pretenda dar. Por otra parte, el ejercicio está amañado de principio a fin. La forma en que se presenta la pregunta que se hace a los opinantes tiende marcadamente a favorecer la posición de AMLO. Las casillas donde se recogieron los votos fueron establecidas obedeciendo el criterio del organizador de este torcido plebiscito, y se ubican según su conveniencia. Las boletas no están foliadas, de modo que se podrán hacer desaparecer las que se deseen y añadir las que se quiera, a juicio del Jefe Supremo. Participar en este burdo acto, aunque se haga de buena fe, es prestarse a ser parte de una acción desde todos los puntos de vista reprobable. López Obrador está usando a la gente, sobre todo al pueblo, como comparsa de un sainete que tiende a justificar una decisión que ya ha tomado, o que le servirá como pretexto para darle marcha atrás. En todo caso, el presidente electo no asume en forma personal la responsabilidad que le toca en este asunto: la endosa a otros para salvar él su figura. Esa manipulación habla de una conducta tortuosa y de un político que –todo lo indica– recurre en sus acciones al engaño y la simulación y además lo hace sin habilidad ni tacto. ¡Preocupémonos por México!”

Ciertamente preocupémonos por México, como dice Catón… por nosotros mismos y nuestros hijos. Pero más que “preocuparnos” debemos seriamente “ocuparnos” por resolver el muy grave problema antes de que llegue a las condiciones de Venezuela, ahora sí, como dice el dicho: ¡a Dios rogando y con el mazo dando!

Mentira sobre mentira. “El 70% de la ciudadanía votó a favor de Santa Lucía”, afirma López Obrador, el pueblo ha decidido. Como afirma Catón, no fue una consulta, puesto que solo un porcentaje muy pero muy pequeño participó y con todas las demás circunstancias amañadas no puede tomarse como representativa del pueblo.

Alguien contaba una historia muy simpática, que evidencia todo. Un gordo quiere decidir supuestamente sobre si ha de hacer una dieta para adelgazar o no y dice que lo va a decidir “democráticamente”, va a hacer una consulta, le da 10 boletas para la votación al de las carnitas, 10 a la señora de las gorditas, 10 al de las cemitas y para que no se diga que no los tomo en cuenta, le da una boleta a su cardiólogo y una a su dietista. Por el resultado, comunica muy orondo que no va a hacer la dieta, ya que se decidió democráticamente, a pesar de alguien le dice que debe consultar con quien sabe y no a quien no sabe nada sobre el tema y solo tiene interés o quiere quedar bien u obedece la consigna.

Como la decisión (no del pueblo) de López Obrador produjo una reacción de alarma entre empresarios, economistas y sociedad en general crea una comisión de diálogo, cita al Sector Privado y supuestamente los convence. La realidad es que ante el temor de represalias no le contradicen.

No voy a detenerme en ver la conveniencia de Texcoco o Santa Lucía, porque es evidente, aunque se pretenda hacer valer la segunda opción. Lo que sí, además de todas las demás manifestaciones, los expertos en finanzas y economía, como “Fitch Ratings” que de calificar la economía de México de “estable”, pasa a designarla como “negativa”, diciendo que existen serios riesgos. Se mencionan consecuencias muy adversas, como retracción de inversiones, fuga de capitales, falta de trabajo, deterioro en el nivel de vida, y luego hasta falta de alimentos y medicinas. La mejor muestra de los resultados de una política populista la estamos viendo en Venezuela, en la que los que no pueden salir del país (ya más de un millón), hasta entre la basura buscan comida. Y Maduro sigue prometiendo un resurgimiento de la economía.

Se comenta que Obrador ha querido dar una demostración de que él tiene ahora el poder, como Salinas con la Quina (líder de Pemex) o Peña con la profesora Elba Esther Gordillo, líder de los maestros. Ciertamente quiere ufanarse de que ahora él manda, pero lo que le importa realmente es imponer su política populista y, por su ambición, no se detiene en considerar el daño que le va a causar al pueblo de México, como tampoco lo hicieron Zapatero en España, ni Chávez y Maduro en Venezuela o Castro que engañó al pueblo entrando a La Habana con una gran medalla de Nuestra Señora del Cobre sobre el pecho.

Obrador ciertamente está mostrando el cobre desde antes de tomar el poder y nos lo está advirtiendo muy claramente que la ley será su palabra y que no admitirá razonamiento alguno. Hay que prepararse a una guerra pacifica sin cuartel. No podemos claudicar y dejarle el campo al enemigo pudiendo triunfar como lo hizo Santa Anna en la batalla de Angostura.

“Donde hay bosques hay agua y aire puro; donde hay agua y aire puro hay vida.”

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