Los niños gorditos… pasaron de moda

Una correcta alimentación de nuestros hijos les generará un buen desarrollo tanto físico como emocional.



Cuando mis hijos eran pequeños, recuerdo que mi máximo orgullo al salir de la cita con el pediatra, era que había subido ¡casi un kilo de peso en un mes!

Hoy, las nuevas generaciones de padres se enfrentan con la amenaza de la obesidad infantil como un problema serio que puede afectar el desarrollo físico y emocional de su hijo.

La vida que llevamos es más sedentaria que la de nuestros antepasados, los alimentos más procesados, con colorantes y todo tipo de químicos y el hecho de que comamos la llamada rápida hace que los niños sean las primeras víctimas de este fenómeno.

¿Cómo sé que mi niño está obeso?

El pediatra es quien debe determinar esto; pero las mamás podemos darnos cuenta su hay desproporción entre lo que se come nuestro hijo y la actividad que realiza, lo que le permite consumir ese alimento en energía.

También notamos la diferencia entre su peso y su estatura, es decir, un niño de tres años puede pesar hasta 16 kilos; pero se considera obeso si no alcanza a medir, por lo menos, un metro de altura; y uno de doce años necesitaría medir más de 150 cm para poder pesar 50 kilogramos y no ser considerado obeso.

Observa cuándo y cómo come; identifica si lo hace por aburrimiento, ansiedad o hambre. Si conoces la causa, será más fácil poner el remedio.

Me gustaría compartir siete principios básicos que toda mamá moderna debe recordar, mencionados por la Psicóloga Infantil Julia Borbolla:

1. “Si no hay, no come”
Cuando un niño busca alimento y sólo encuentra frutas o verduras, no le queda más remedio que comer lo que se tiene. No compres galletas sino quieres que tus hijos las coman, porque, por más que las escondas en la despensa, las encontrarán.

2. “Si se prohíbe, se desea más”
Los alimentos que prohíbes son los que tus hijos querrán comer. No hay nada más tentador que lo que no es permitido. Es mejor no ponerlo cerca que prohibirlo, aunque sepamos que eventualmente lo comerán en otra casa o en la escuela.
Las mamás conocen mil trucos para lograr su cometido.

3. “No premies ni castigues con alimentos”
La comida no debe asociarse con las emociones porque entonces comerán para consolarse, o para premiarse, y dejarán de comer para “autocastigarse” o para hacernos rabiar.
Sabemos que los niños manipular a través del alimento, y que estos mensajes de afecto o rechazo en la infancia se quedan fijos en el inconsciente.
Premia con tu presencia en un juego sencillo, con una caricia, con el simple reconocimiento, o con algo material que no se coma.

4. “Tan necesaria es la comida como la actividad”
Los niños necesitan hacer ejercicio, no importa si es de manera informal, corriendo para alcanzar una pelota o jugando.
Así como les exigimos en los estudios, debemos fomentar la actividad física, y para ellos hay que reglamentar el uso de videojuegos o computadoras por tiempo reducido.

5. “Hay que comer de todos los colores”
Los diferentes colores naturales de los alimentos nos hablan de sus componentes vitamínicos. Es importante comer algo verde como las verduras, algo rojo o amarillo como las frutas, algo blanco como el arroz.
A los niños les divierte coleccionar colores al alimentarse, descubrir esa variedad y hasta hacer concursos entre ellos.

6. “En la variedad está el gusto y la salud”
Tus pequeños deben comer de todo. No satanices un chocolate ni santifiques las espinacas. Todos los alimentos aportan algo importante; pero debemos balancear la dieta para beneficiarnos de todos ellos.
Los niños se cansan si siempre obtienen los mismos sabores y su paladar no logra madurar si no van probando texturas y matices de intensidad.

7. “Empieza hoy”
No esperes a que pasen las vacacione o su cumpleaños. En cuestión de peso cada día es importante y significa acumular o procesar el alimento.

Si notas que tu hijo está subiendo de peso y puede llegar a ser obeso, no esperes más.

Recuerda que es cuestión de hábitos y éstos necesitan, por lo menos, tres o cuatro semanas para instalarse. De ti depende que tu hijo o hija sea un adulto saludable, no únicamente por su peso, sino por su salud emocional al sentirse seguro de sí mismo.

¿Cuál es tu opinión?

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