Primero los votos, después lo demás

Este gobierno de Morena nos dice todos los días y de distinta manera que no optaron por los pobres, sino por los votos para mantenerse en el poder a costa de lo que sea.

Optaron por los votos y se olvidaron de los pobres porque el objetivo de Morena es mantenerse en el poder y, para ello, entrega dinero a millones de personas. Sin embargo, no la deja progresar, ni organizarse, ni crecer. Contentos con aumentar el ingreso básico se les olvidó que la exigencia ética que se hace a un gobierno es que ponga las condiciones y programas para salir de la pobreza. A la pobreza hay que combatirla, no administrarla.

El problema no es que existan los programas de transferencia directa de dinero, el problema es que la política social tenga como único mecanismo la transferencia directa de dinero, sin planeación, sin supervisión, con perspectiva electoral y no social. Una política social estructurada para obligar a votar como la que usa el gobierno actual sólo genera más pobreza.

La falla del gobierno radica precisamente en su nula capacidad para frenar la pobreza en México (lo que nos lleva incluso a pensar que también son nulas las intenciones). Mientras el gobierno de Morena ve a los pobres como una oportunidad de manipular una votación o una manifestación; hay quienes, desde la oposición, insistimos que la pobreza no sólo es la carencia de bienes materiales, sino que es también “la dificultad de vivir causada por otros” (Jon Sobrino) y es ahí donde influye la política: si la política pública acierta la consecuencia es que la pobreza disminuirá. En cambio, si la política social falla, entonces, aumentará la pobreza. En estos cuatro años Morena aumentó la pobreza, tenemos más de 3.8 millones más de pobres.

Es decir, la política social ha fallado. Son cuatro millones de mexicanos los empobrecidos de este gobierno.

El acto de poder.

Desconozco el resultado de la marcha-apoyo-informe etc., convocada por López Obrador porque escribo estas líneas antes de que inicie el acto de poder. Lo cierto es que, si juzgamos basados en los recursos que han invertido, debería llenarse desde el Cerro de la Estrella hasta el Zócalo. En su indigno afán de desbordar el acto, repartieron “cash” y quizás hasta ayudaron a lavar dinero. Además, utilizaron la nómina y la lista de beneficiarios. Para ello —dicen— utilizaron a los Siervos de la Nación, aquellos funcionarios que un día vemos como promotores de votos, otro como operadores de programas de entrega de dinero y ahora se les ve como operadores de autobuses, pegacarteles, organizadores de contingentes y “pasadores” de lista de asistencia.

Convocó el presidente a una marcha de apoyo, lo hizo con todo el cinismo y con todo el poder. Se fueron “apuntando” gobernadores, legisladores, secretarios de Estado, etc. El resultado ha sido un desbordamiento de instrucciones, amenazas, burlas, desvío de todo tipo de recursos. El fracaso del gobierno queda demostrado en la manera con la que tratan a los más débiles. En las redes, en las oficinas públicas, en los chats de los celulares, en las cartulinas, en todos lados podemos encontrar la indignidad con la que tratan a quienes dependen de un programa o de un contrato. Mi solidaridad va con todos aquellos a quienes han obligado. Afortunadamente, el voto es secreto y ahí podrán responder con libertad, ahí valdrá la pena dar la batalla por la libertad de manera estratégica.

Para colmo, en Morena son tan desorganizados y despilfarradores que seguro ya hay quien se habrá quedado con parte del dinero destinado a movilizar gente a la marcha y en el regreso botarán a muchas personas porque ya les habrán servido para quedar bien frente al amo. Porque las estructuras basadas en el miedo generan mecanismos corruptos en los que aquellos que están abajo pretenden “quedar bien” con quien los dirige para obtener beneficios, hasta que llegamos al grupo de quienes no tienen a nadie abajo.

En lugar de marchar, el gobierno debe escuchar; pero no quiere.

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