Construir la solidaridad

La educación en la solidaridad es una tarea que se inicia en la familia, pero que se puede continuar en la escuela y en las instituciones en general.


 Solidaridad ante las inundaciones


Esta semana varios estados de la república fueron víctimas de inundaciones y deslaves provocados por la depresión tropical 19E, las lluvias los días 20 y 21 de septiembre provocaron varios desastres en los estados de Michoacán, Sonora, Chihuahua y Sinaloa, siendo este último el más afectado con por lo menos tres personas muertas y tres desaparecidas además de grandes daños materiales. En Peribán Michoacán, se desbordó un río y provocó la muerte de por lo menos 5 personas.

En Chihuahua, las comunidades afectadas se localizan en la parte baja de la Sierra Tarahumara, por donde circulan ríos entre barrancas y pendientes pronunciadas, los municipios de Batopilas, Chínipas, Urique, Uruachi, Guazapares y Maguarichi. Por lo menos dos personas perdieron la vida por un deslave, el resto de las afectaciones fueron daños materiales a viviendas, caminos, sistemas de agua potable y sembradíos.

Apenas se terminaban las ceremonias del Día Nacional de Protección Civil que se realiza en México en memoria de los sismos del 19 de septiembre de 1985 y 2017, cuando se tuvieron que desplegar equipos de apoyo a diversas zonas afectadas por las intensas lluvias.

Estas tragedias llaman a la solidaridad, una manifestación hasta cierto punto “natural” en los mexicanos, pero que no se convierte en esfuerzos cotidianos para una cultura de prevención o de reducción de vulnerabilidades de quienes son afectados por este tipo de fenómenos, ni tampoco como práctica institucional. La solidaridad de los mexicanos aflora frente a las desgracias, intermitente, no como un buen hábito que puede convertirse en virtud cuando se le practica con frecuencia y que es necesaria para fortalecer la sociedad.

La educación en la solidaridad es una tarea que se inicia en la familia, pero que se puede continuar en la escuela y en las instituciones en general, no es algo ajeno al ADN nacional que está impregnado de raíces cristianas, pero necesita construirse como virtud cívica para una mejor convivencia social.

La prevención frente a fenómenos naturales ha avanzado en el mundo a diferentes velocidades, mientras en algunos países existe ya cultura y protocolos de prevención establecidos, en otros aún se escatima en gastos de infraestructura de prevención, como radares, presas, diques, y centros de rescate.

Por otra parte, la vulnerabilidad a los fenómenos hidrometeorológicos, ya sean sequías o inundaciones es mayor entre las comunidades marginadas, y reducir dicha vulnerabilidad implica solidaridad institucional y personal, que se puede ejercer de muchas maneras además de la infraestructura de prevención.

La solidaridad es un principio de acción, sin embargo, muchas veces se queda como una idea, como algo teórico, cuando su naturaleza implica comprometerse con quién está en desgracia o desventaja de algún tipo, implica estar, abrazar, mirar, consolar y trabajar juntos. La solidaridad es una expresión práctica, no teórica del humanismo solidario, es realizar obras de misericordia cotidianamente, es la construcción de una sociedad solidaria que debe pasar de la reacción en la emergencia, a la prevención y a la reducción de vulnerabilidades.

 

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