La palabra tiene un enorme poder, pero la palabra escrita lo tiene aún más, tanto para construir como para destruir. No en vano se dice “papelito habla” cuando se quiere demostrar que algún hecho es verídico, pues está respaldado por un documento escrito, antes obviamente, en papel y hoy en día de forma electrónica.
La vida cotidiana actual está dominada por la comunicación escrita, pues en gran medida las redes de comunicación personal como son los correos electrónicos, WhatsApp y Telegram, además de las redes no tan personalizadas como Twitter, Facebook y hasta cierto punto Instagram se apuntalan en lo escrito en convivencia con la imagen.
Esa preponderancia que ha explotado en la última década también ha mostrado una de las grandes debilidades del sistema educativo mexicano, y quizá de otros países también, que la deficiente formación en lectura y escritura que por décadas ha sido denunciada, pero no subsanada. Este descuido, digamos generosamente que fue descuido, contrasta con que la herramienta educativa por excelencia en nuestro país desde los años 60 ha sido el libro de texto cuya esencia también es el lenguaje escrito sin importar si se trata de matemáticas, ciencias o geografía.
Una de las caras más evidentes de cómo el gobierno actual (¡a Dios gracias!, diría alguno) ha fallado en la imposición de su modelo educativo altamente ideologizado ha sido, precisamente, al no poder generar aún el amplio volumen de libros de texto únicos, gratuitos y obligatorios para los 6 grados de primaria. La falta de atención en este renglón, si bien ha contenido un poco el daño que se lograría si hubieran ya escrito y editado, tampoco es una buena noticia porque la mediocridad en la formación de las competencias más básicas como lectura y escritura sigue imperando en nuestro país. El daño se sigue perpetuando por generaciones.
Estas deficiencias en la formación general de la población, de todas maneras no hacen mella en la fuerza del impacto de lo escrito, ya que justo ese el poder de la escritura desde su invención allá en tiempos ancestrales: el fijar las ideas y darles mayor vida que a las palabras que puede llevar el viento al ser sólo pronunciadas.
El gobierno actual está experimentando un embate de lo escrito desde dos frentes: el hackeo de correos de la Sedena y la próxima aparición del libro “El rey de cash”.
El tamaño del hackeo de los correos equivale, según algunos, a 21 torres latinoamericanas de páginas apiladas una sobre otra. Algunas de esas páginas traen información intrascendente o repetida por ser copia de los correos recibidos sólo como copia; pero hay algunos que en la cotidianeidad han mostrado vicios de los “abusitos” de poder: pedir a un subordinado que se ocupe de las toallas bordadas; el regaño al soldado que falló en la limpieza de las botas del titular de Sedena.
Los correos también dan cuenta de los “abusotes” que como los despliegues de personal militar para mantener limpio el domicilio particular (no sólo el de Palacio) del titular del Ejecutivo, o las rentas de camionetas y el uso de naves de la Marina para cuidar las vacaciones de la que se niega a ser designada como primera dama, pero quien ha realizado muchos viajes representando al titular del Ejecutivo.
De hecho, el lunes pasado el titular del Ejecutivo anunció en un tuit de su cuenta personal: “El 24 de octubre va Beatriz a representarme a Chile para conmemorar los 100 años de la comprometida maestra Gabriela Mistral, cuando trabajó con el secretario de Educación Pública, José Vasconcelos”. El confuso mensaje se refiere a que hace 100 años la poeta llegó al país para trabajar en la reforma de educativa y creación de las bibliotecas populares. ¡Qué tiempos cuando México se daba esos lujos como tener a verdadero intelectual al frente de la Secretaría de Educación y una futura premio Nobel (1945) como asesora!
En el nuevo viaje seguramente se volverán a desplegar recursos militares, que al final resultan el mal menor frente a todo lo que el hackeo ha puesto en evidencia: los lazos con el crimen organizado de funcionarios clave, la debilidad y corrupción en las aduanas, las denuncias por acoso sexual; el sobrecosto creciente del AIFA… El caudal de información tan abundante que los márgenes de la comprensión están desbordados.
En medio de este caudal de revelaciones, la publicación del libro de Elena Chávez, quien fuera pareja de César Yáñez, “El rey de cash” tendrá un menor impacto del que se hubiera supuesto hace tres semanas. Casi se podría decir que el hackeo le cayó como anillo al dedo al hoy titular del Ejecutivo, pues lo que en otras circunstancias destacaría por revelar cómo operó durante más de 12 años para financiar su “movimiento” hoy es un elemento más.
A pesar de todo, el daño de esta inundación de palabra escrita ha barrido desde ya con cualquier traza de superioridad moral que alguna vez se ostentó como base de la creación del partido Morena y de su llegada al poder. Sólo con cinismo rayando en la locura, en las próximas elecciones, se podrá presentar un candidato de este partido diciendo que su proyecto de trabajo implicará una mejora sustantiva respecto a lo que ofrecen los demás. Esto no es una buena noticia para los ciudadanos en el corto plazo; pero la prosperidad de las zonas aledañas al río Nilo en la época del esplendor egipcio se debía precisamente a los limos nutritivos que dejaba al desbordarse, esperemos que en nuestro país, lo que hoy sólo se ve como destrucción sea también la base para un renacimiento nacional.
Te puede interesar: Los efectos de la mentira reiterada
comentarios@yoinfluyo.com