Esa es la promesa del coordinador de los diputados de MORENA, hablando de la Reforma Educativa. “No quedará ni una coma de esa reforma”, dijo.
Probablemente quiso dar una muestra de firmeza y de congruencia. “Sí, eso prometimos en la campaña y ahora lo cumpliremos a rajatabla, no faltaría más”.
Otra visión, me parece, es que presentaron la imagen misma de la cerrazón. “No estamos dispuestos a dar ni un paso atrás. Tenemos la verdad químicamente pura y no vamos a discutir, a analizar ni a escuchar, mucho menos a cuestionar, ni siquiera una mínima parte de otros argumentos”. El coordinador dio muestra de un dogmatismo absoluto.
A propósito, repetiré algo que ya he dicho en estas páginas. Soy profesor desde los 18 años, aunque nunca de tiempo completo. Mi abuela fue maestra rural. Entre mis primos y hermanos hay varios profesores. Siempre he estado a favor de los maestros y he criticado fuertemente el no haber hecho una consulta pública, con amplia participación de maestros, antes de emitir la Reforma Educativa en cuestión. Pero eso no hace que acepte esta posición, que me parece absurda.
La reforma en cuestión fue un acto de autoritarismo, sin duda. No se consultó a los principales responsables de la educación: los padres de familia. Pero, por otro lado, un acto autoritario no se resuelve con otro acto autoritario. No, por lo menos, en un país auténticamente democrático. Habría que hacer una consulta pública, un debate a fondo con profesores, padres de familia y expertos en educación y llegar a una buena síntesis de posiciones en este tema. Pero, parece, no están dispuestos a debatir.
Por otro lado, hay un cierto grado de congruencia en las propuestas de MORENA. Sí no vamos a evaluar a los alumnos, ¿para qué necesitamos buenos maestros? Si a todos se les permitirá el ingreso a las universidades, ¿para qué desgastarse formando profesores de excelencia? Si estamos en contra de la globalización, ¿para qué queremos ser competitivos internacionalmente?
No quiero decir que acepto estas posturas, pero hay que reconocer que hay congruencia en ellas. Sin embargo, ser congruente no significa necesariamente algo bueno. Hitler y Stalin fueron totalmente congruentes, como lo fueron Mao, Pol Pot y otros muchos que masacraron a sus propios países en aras de sus ideologías.
Se está jugando mucho. Se está arriesgando el futuro del país por dar gusto a los “luchadores sociales” que apoyaron a MORENA y a los sindicatos charros que muchos izquierdistas condenaron en otros tiempos.
No menos importante: si esto es una muestra del modo como pretenden construir acuerdos con el 46% del electorado que votó en su contra y con las otras fuerzas políticas minoritarias, estamos a las puertas de un autoritarismo antidemocrático. Que, en mi opinión, ni siquiera muchos de los que votaron por MORENA aceptan.
En el ADN de esta mayoría del Congreso está el autoritarismo y su querido concepto de la dictadura del proletariado. Muy proletaria, pero indudablemente dictadura. Y feroz. La sociedad civil, los “sin poder”, los que queremos democracia sin adjetivos no debemos permitirlo.
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