El Papa reforma el Catecismo: “La pena de muerte es inadmisible”

“La pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”


Refomulan artículo 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica


El papa Francisco ordenó un pequeño cambio en la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica para rechazar la pena de muerte en todos los supuestos.

A partir de este jueves el artículo 2267 del documento afirma que la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona.

Por orden del Papa se dio por aprobada la modificación al texto doctrinal, conforme informó el Prefecto para la Doctrina de la Fe, Cardenal Luis Ladaria. El nuevo artículo queda de la siguiente manera:

“Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común.

Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente.

Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona»[1], y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.

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El 17 de octubre de 2017 el Papa Francisco ya había delineado esta modificación, en un discurso con motivo del XXV aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica.

“Esta cuestión no se puede reducir al mero recuerdo de un principio histórico, sin tener en cuenta no sólo el progreso de la doctrina llevado a cabo por los últimos Pontífices, sino también el cambio en la conciencia del pueblo cristiano, que rechaza una actitud complaciente con respecto a una pena que menoscaba gravemente la dignidad humana”.

“Hay que afirmar de manera rotunda que la condena a muerte, en cualquier circunstancia, es una medida inhumana que humilla la dignidad de la persona (…) porque Dios es un Padre que siempre espera el regreso del hijo que, consciente de haberse equivocado, pide perdón y empieza una nueva vida” dijo entonces.

El texto ya había sido modificado en 1995 tras la publicación de la encíclica de Juan Pablo II, Evangelium Vitae, y estaba redactado de la siguiente manera: “La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas”.

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El Cardenal Ladaria con motivo de esta reformulación, envió una carta a todos los obispos del mundo, en la que explica que la postura anterior contemplaba tal pena, no como proporcional al crimen sino como un último recurso para defender a los ciudadanos

“La nueva formulación del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica quiere ser un impulso para un compromiso firme, incluso a través de un diálogo respetuoso con las autoridades políticas, para que se favorezca una mentalidad que reconozca la dignidad de cada vida humana y se creen las condiciones que permitan eliminar hoy la institución jurídica de la pena de muerte ahí donde todavía está en vigor”.

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