Izquierda no significa progreso

Muchos líderes de izquierdas se presentaron como si fuesen los Mesías redentores del pueblo…


Sistema de izquierda 


En vista de que nos hallamos inmersos en plena campaña electoral, resulta oportuno tratar una vieja cuestión que -aunque diversos acontecimientos han venido aclarando- aún provoca algunas polémicas.

Todo empezó hacia mediados de los años 60s. del pasado siglo XX cuando, ávidos de novedades, se hicieron famosos una serie de líderes al sostener como una política izquierdista, impregnada de populismo, sería la única capaz de resolver los problemas económicos del Tercer Mundo, entre los que se incluía Hispanoamérica.

El caso es que, manejando hábilmente los medios, se logró que una simple teoría arraigara en la mentalidad popular adquiriendo el rango de exitosa doctrina.

Y fue así como durante aquellos años turbulentos que se prolongaron dos décadas (entre 1965 y 1985) muchos líderes de izquierdas se presentaron como si fuesen los Mesías redentores del pueblo.

Cansados de la corrupción que caracterizaba a los partidos tradicionales, millones de personas se dejaron embaucar por líderes de tendencia socialista que ofrecían nada menos que el paraíso en la tierra.

Y fue así como, unos mediante la vía violenta -caso Fidel Castro- y otros mediante la vía electoral -caso Salvador Allende- acabaron conquistando el poder.

Hablar del desastre económico causado en Cuba por el comunismo es repetir un viejo tópico; baste recordar cómo, a partir de que el marxismo se implantó en la isla caribeña, el pueblo se hundió en la miseria.

Esto tiene una explicación lógica: En el momento en que un sistema asfixia la iniciativa personal y acaba con la propiedad privada, se pierde todo aliciente de progreso.

Y al perderse el lícito afán de progreso, los empresarios dejan de invertir, al no invertir no se produce, a continuación, empiezan a escasear los bienes y los pocos que se fabrican alcanzan precios estratosféricos que provocan hambre y desesperación.

Resultado: Un gran descontento popular, así como la impotencia del Estado quien se ve atado de pies y manos para resolver las carencias más elementales.

Y todo porque la función del Estado no consiste en producir y alimentar; su función se reduce a conservar el orden público manteniendo la paz social.

En 1970, once años después del triunfo Castro comunista en Cuba, en Chile llega al poder Salvador Allende.

Vuelve a repetirse la misma historia: En su afán por controlarlo todo, el Estado acabó destruyéndolo todo.

Y nuevamente lo mismo: Quiebra de empresas, escasez, inflación, desempleo y protestas multitudinarias de amas de casa que golpeaban sus cacerolas vacías indicando, de ese modo, que no tenían para comer.

Aquí en México, durante la llamada “docena trágica” (sexenios de Echeverría y López Portillo) al aplicarse las mismas teorías que fracasaron en otras partes, volvió a pasar lo mismo.

Una vez más se desmintió el sofisma según el cual la izquierda era sinónimo de progreso.

Habrá quien diga que marxismo y populismo son buenos en teoría.

A éste replicamos diciendo que toda teoría que en la práctica no funciona no sirve para nada.

En cambio -aunque a muchos pueda extrañarle- el verdadero sinónimo del progreso es aquel sistema que apoya al sector empresarial dándole todo tipo de oportunidades para que produzca fabricando bienes y aliviando el desempleo.

Aquellos países donde se han aplicado teorías de apoyo a la libre empresa, empiezan a subir como la espuma puesto que erradican el desempleo y se producen tan cantidad de mercancías que -gracias a la ley de la oferta y la demanda- acaban vendiéndose a precios sumamente bajos.

Al mismo tiempo -hay que decirlo todo- dentro de un sistema en que existen oportunidades de trabajo y abundan las mercancías a bajo precio, el paso siguiente será que la gente tenga dinero y, al tener dinero, pague impuestos.
Unos impuestos que -si los gobernantes son honrados- se habrán de utilizar para construir carreteras, presas, escuelas, hospitales, vías de ferrocarril, etc. Etc. Etc.

Y rematamos con una pregunta: ¿Dónde se encuentra el verdadero progreso? ¿Dentro de una izquierda trasnochada que ha fracasado en todas partes o dentro de un sistema que brinda oportunidades a todos?

 

@yoinfluyo

redaccion@yoinfluyo.com

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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