Reforma Educativa: ¿mal llamada?

No. De manera muy respetuosa y muy reflexiva. No. 


Reforma educativa


Creo que es momento de dejar en otro sitio, en otra ocasión y para otra circunstancia colectiva todo tipo de descalificativos.

Si todos hemos hecho un llamado nacional a la unidad, la conciliación y la reconciliación; no podemos seguir adjetivando de esta manera personas, procesos, leyes, decisiones, promesas o cualquier elemento de cambio que se quiera implementar.

Ya pasaron las campañas. Ya pasaron los momentos de popularidad, ya pasaron los momentos chuscos, ya fue el tiempo de las ocurrencias. Es momento de que se mire hacia el rumbo certero que nuestro país requiere. Es momento de que los ciudadanos respetemos la ley y nuestros gobernantes la hagan respetar.

Por eso, ya no podemos “mal llamar” la Reforma Educativa. Como lo expresara el entonces candidato, y próximo Presidente de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador.

En el derecho a disentir y construir, nuestro próximo Presidente, y si se me permite sumar a nuestro próximo titular de la Secretaría de Educación Pública, les puede aportar bastante esta expresión de reorientar, revalorar, resignificar la Reforma Educativa o cualquier otra.

“Bendecir” viene del latín “benedicere” – decir bien, pedir a favor de.

“Maldecir” viene del latín “male / malus y dicere / dictus” – decir mal, pronunciar execración.

Al “maldecir” la Reforma Educativa como se ha venido expresando, difícilmente se contribuye a una atmósfera de mayor aporte.

La propuesta de hacer la consulta, la cual es válida y sin duda contiene riquezas muy valiosas, estará desde ya predispuesta al tener un precedente de señalamiento que etiqueta, señala, adsquibre, endilga y atribuye elementos de rechazo y posibles contrapunteos.

Sí a la revisión, sí a la inclusión, sí a la corrección, sí a la capacitación, sí a una mejor y más aterrizada evaluación desde los contextos particulares, sí a los estímulos, sí a fortalecer las Normales, sí a involucrar a los Padres de Familia, sí al proceso aprendizaje – enseñanza, sí a las nuevas tecnologías, sí al desarrollo de habilidades en la comunicación en lengua vernácula y otras, sí a las becas que sean necesarias y aprovechadas, sí a una mejor distribución del presupuesto, sí a disminuir los gastos en comunicación social, sí a la calidad educativa.

Todo lo anteriormente mencionado ha sido pronunciado por el Lic. Andrés Manuel López Obrador y por el Lic. Esteban Moctezuma Barragán. Mi sentir expresa que abonaría mucho más este tipo de discurso que el planteado antes del 1o de Julio.

A todos nos impera una mejor educación, a todos nos preocupan los derechos de los alumnos y de los maestros. Deseamos mejorar nuestros indicadores, anhelamos una mejor infraestructura interna y externa. Será desde esta relación tú a tú, empática y propositiva la que puede lograr que, dicho en palabras del libro del Principito, “miremos juntos hacia la misma dirección”.

Extraordinario pensamiento del próximo Secretario de Educación al expresar que el maestro se concibe desde su proyecto de Nación como “piedra angular”. Esta imagen ayudará mucho a generar vínculos y evitar rupturas. Bravo por no disociar los elementos constitutivos del docente y los del alumno.

Esto último es sumamente importante, lo hemos reclamado los maestros desde hace tiempo. Se ha cargado equívocamente la balanza hacia una concepción de “defender la integridad” del alumno. Y muchas ocasiones sin más elementos que una simple queja de buzón escolar, se imputan señalamientos sin fundamento a los profesores. Y se exponen como carne de cañón. O ¿dónde se encuentra el buzón escolar donde un maestro puede manifestar que ha sido agredido, difamado, exhibido, por algún alumno o padre de familia?

Es justo donde la retórica de armonización entre las partes podrá concretar un sano equilibrio entre todos y para todos.

Sin duda puede haber en el camino quien este en desacuerdo con estos planteamientos. ¡Bienvenido! si en el aporte hay una mejor manera de hacer las cosas su difusión ayudará a construir la gran nación que todos anhelamos.

 

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