Bien dice el dicho: “la mitad de mi vida me la echaron a perder mis padres, y la otra mitad, mis hijos”. La escena no miente: el señor Tabe amenazó con un cuchillo a un funcionario público que se apersonó en su negocio para cumplir con su deber. El cuchillo –que los mexicanos denominamos “cebollero”, por su gran tamaño– que blandió el señor Tabe en contra del inspector se ha convertido en parte de la guerra ideológica que se libra todos los días en este país. Esa guerra, hay que decirlo, tiene como protagonista e instigador principal al presidente de la República.
Hay que decir otra cosa muy claramente: el señor Tabe no tiene justificación alguna, es absolutamente condenable y reprobable lo que hizo y merece un castigo acorde con la ley. No hay manera de suavizar los hechos de altísima peligrosidad que protagonizó, cuchillo en mano. No deja de sorprender que alguien tenga impulsos homicidas en su actividad de negocios, pero así lo vimos todos. El señor Tabe ya está pagando su imprudencia casi criminal, su arranque de ira desbordada. No solamente por la imagen pública que se ha ganado a pulso de la noche a la mañana, pues es ya famoso en el país, seguramente su vida experimentará cambios que incluyen la mofa sobre su persona, la afectación a sus negocios y su vida familiar. Su conducta tuvo una difusión enorme por el puesto que tiene uno de sus hijos, cosa que no será fácil de sobrellevar para ninguno de los dos. Pero no es el único que lo ha hecho mal en este asunto. Veamos.
El alcalde.- Mauricio Tabe, alcalde en la CDMX e hijo del hombre del cuchillo, difundió un video público para comentar lo sucedido. Dijo muchas cosas sin sentido. Que su papá “no es político” y que por eso cayó en la provocación. Como si eso fuera justificación para amenazar con “el cebollero” a otra persona. Como si los políticos tuvieran un mayor control sobre sus ganas de amenazar con un arma. También dijo que el negocio le había costado gran esfuerzo a su papá. ¿Qué tiene que ver el esfuerzo con poner un arma homicida en el cuello de otra persona? ¿El que se esfuerza puede sacar el cuchillo porque lo justifica su empeño? Qué tontería. Finalmente, el alcalde se sumó a las disculpas. Lo que debió haber hecho era disculparse junto con el padre y acompañarlo en el proceso con las autoridades y no alegar persecuciones políticas como justificación.
La jefa de Gobierno.- Incapaz de un gesto de nobleza con sus adversarios, la señora Sheinbaum se metió feliz de la vida al caso del cuchillo “cebollero” en las manos del padre de un adversario político. La señora bien pudo haber anunciado la denuncia correspondiente, y lamentar la situación por la que atraviesa el amenazado y su adversario. Pero no, mejor meterse con la familia. De esta manera la señora Sheinbaum abre la puerta para que sus adversarios se metan con su familia y de nada se podrá quejar. Ella empezó.
El Presidente.- Del narciso exacerbado que habita Palacio no se podía esperar gran cosa. En lugar de decir que los hijos no tienen que pagar lo de los padres, como él mismo ha reclamado en su caso, se surtió a gusto con el papá de Tabe denunciando tuits en su contra. “Hasta en las mafias se respeta a las familias”, dijo el presidente en una ocasión en la que se quejaba de que atacaban a sus hijos.
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