Tomás Moro supo combinar admirablemente sus deberes laborales, con sus obligaciones para con Dios.
¿Quién fue Tomás Moro? Nació en Londres el 7 de febrero de 1478 y murió el 6 de julio de 1535. Sin duda, fue uno de los más ilustres pensadores de su época, teólogo, político, humanista, brillante y profundo escritor.
Estudió Derecho en New Inn de Londres, así como Literatura y Filosofía en la Universidad de Oxford. En 1504 fue nombrado Rector de la Universidad de Cambridge. Ese mismo año fue elegido miembro del Parlamento y ocupó distintos cargos públicos, logrando un gran prestigio por sus conocimientos de leyes y por su honradez humana y profesional. Fue catedrático y ejerció durante varios años su actividad como abogado.
En su obra más famosa, “Utopía”, relata lo que en su opinión sería la organización de una sociedad ideal y sus conceptos influyeron en forma considerable en pensadores y gobernantes tanto contemporáneos como en numerosos ideólogos de siglos posteriores.
Lo notable de Tomás Moro fue que supo combinar admirablemente sus deberes laborales, con sus obligaciones para con Dios y sus responsabilidades de esposo y de padre. A la vez, supo aprovechar su tiempo para investigar y publicar numerosos ensayos y libros. Plenamente interesado por los problemas de su tiempo, se entregó a su trabajo con afán de llenar de contenido cristiano las leyes e instituciones de su tiempo.
Tanto era su prestigio profesional, que en 1529 fue nombrado Canciller de Inglaterra –el más alto cargo en el Reino- por el Rey Enrique VIII. Por esa época, el Rey de Inglaterra propuso al Romano Pontífice divorciarse de su esposa, la reina Catalina de Aragón, y casarse en segundas nupcias con Ana Bolena. De inmediato, la Santa Sede le respondió que no podía estar de acuerdo con la disolución del matrimonio real.
Posteriormente, el Rey Enrique VIII rompió su relación con la Iglesia católica y fundó su propia iglesia, la Anglicana. En esta nueva situación, se proclamó como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, abandonó a Catalina de Aragón y se casó con Ana Bolena.
No contento con eso, en 1534, el Rey ordenó a todos los súbditos de la Corona Real que prestasen juramento al “Acta de Sucesión”, en el que se reconocía como matrimonio legítimo su unión con Ana Bolena. Luego le pidió al pueblo inglés que abjurara de su fidelidad del Romano Pontífice y lo reconocieran como “el nuevo Papa” de la Iglesia de Inglaterra.
Evidentemente, Tomás Moro manifestó su total desacuerdo y mantuvo su lealtad y unidad con el Santo Padre de Roma. Esto le acarreó dos consecuencias: 1) Verse en la obligación de renunciar a su cargo de Canciller; 2) El Rey Enrique VIII lo mandó encarcelar en la Torre de Londres por desobedecerlo, y finalmente, después de muchos padecimientos, ordenó que fuera decapitado en 1535.
Tomás Moro murió mártir por negarse a reconocer la supremacía de Enrique VIII sobre la autoridad del Sucesor de San Pedro y la Iglesia Católica y por no aceptar su matrimonio con Ana Bolena.
Afirmaba convencido que prefería obedecer siempre a Dios, antes que a cualquier autoridad civil de la tierra. El Papa Pío XI lo proclamó santo el 19 de mayo de 1935. No cabe duda, que Tomás Moro nos sigue brindando un maravilloso ejemplo de congruencia de vida entre su fe y sus obras y resulta una figura de gran actualidad para las personas de nuestro tiempo.
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