El cielo lo recibe, bien ganado

“A ver Huevito, mucho te di en la vida, y mucho diste, por mí, a los demás… ¡Bienvenido a esta tu Casa, bien merecida!”



La muerte, esa despedida de la vida presente, nos va llevando uno a uno. Se van los amigos, por ejemplo, algunos más cercanos que otros, y así lo sentimos, al ya no poder compartir nada con ellos. Pero algunos nos duelen más que otros.

 

Es el caso de mi amigo de toda la vida, desde muchachos, padrino de mi hija mayor, Jesús Marcos Giacomán. Junto con sus familiares, amigos cercanos y personal de sus diversas empresas, Monterrey como ciudad se conmueve con su muerte.

 

Chuy Marcos, alias “el Huevo” (apodo desde niño, que le agradaba) era un personaje muy conocido, y reconocido, en Monterrey y en otras ciudades. Siempre se involucró en causas buenas de todo tipo. Estuvo de joven en la Acción Católica, muy activo. Colaboró en las ambulancias de la Cruz Roja, a cambio de nada.

 

Muy joven también, salió del negocio familiar “El Niágara”, para iniciar el suyo propio, “Hilos y Estambres de Monterrey”, después HEMSA. A base de mucho empeño, mucho trabajo intenso, que le provocó crisis cardiacas, fue creciendo y diversificando su negocio hasta lo que HEMSA es ahora.

 

Comenzó en un pequeño local, con poca gente, entre ellos su encantadora secretaria, que se convirtió en su gran esposa, mi también comadre Betty. Logró iniciar con el apoyo de proveedores, por recomendaciones de Don Juan, su padre, quién, más adelante, se sumó al negocio de su hijo Jesús.

 

Por supuesto que su éxito como empresario es muy importante, pero empresarios exitosos hay de todo: bueno, regular y malo. En cambio, Jesús se convirtió en un defensor y líder de causas sociales, lo que lo llevó a puestos de liderazgo en la sociedad civil. Esta labor le fue reconocida por regiomontanos de todo medio social. Nunca se involucró en la política partidista, a pesar de recibir ofertas de cargos de elección.

 

Entre los encabezados de prensa sobre su partida, se menciona un término importante: filántropo. Jesús recibió mucho del Señor por su trabajo, y mucho también dio a la sociedad. Efectivamente, es correcto: filántropo. Dar sin esperar nada, sólo por espíritu cristiano, por amor a Dios.

 

De alguna u otra manera, sus amigos cercanos recibimos mucho de él, en especial el cálido trato de su amistad, una amistad con calidad fraterna de verdad. En lo personal, tengo mucho que agradecerle.

 

Nos entristece la partida de Chuy a la Casa del Padre, y eso incluye a mucha gente de Monterrey, comenzando por el personal a su mando, al que siempre buscó ayudar. Y muchas personas ajenas que se vieron favorecidas con su actuar ciudadano, empresarial y, por supuesto, religioso.

 

Imagino a Chuy Marcos llegando ante el Padre “allá arriba”, imagino al Señor diciéndole: “a ver Huevito, mucho te di en la vida, y mucho diste, por mí, a los demás… ¡Bienvenido a esta tu Casa, bien merecida!”

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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