Al votar, cuidado con la manipulación emocional

No nos hacen pensar: nos hacen sentir. Y sentir del modo que le convenga al candidato.


Manipulación de los candidatos


Cuando se oculta o deforma la verdad, se corre el riego de ser descubierto y desprestigiado. Cuando se usa una lógica falsa, se puede desvirtuarla. Pero si logran convencerme de la simpatía, de la imagen positiva, de la frescura del candidato, no hay manera de rebatir esos sentimientos, esas emociones que he desarrollado. Por eso la mercadotecnia política se apoya básicamente en crear sentimientos. Me pueden convencer de mis errores. Pero convencerme de que alguien no es simpático, que no me cae bien, de que no me identifico con él o ella, es más difícil. Sobre todo, si ya se logró un vínculo emocional. Por eso el gran esfuerzo es para lograr ese vínculo. El gran tema de la mercadotecnia política.

La pregunta del ciudadano debería ser: ¿Qué clase de “producto”, de persona, me están vendiendo? Puede sonar un tanto cínico, pero es imprescindible si queremos votar con nuestra razón. Sin pretender agotar el tema, veamos algunos conceptos que están usando para manipularnos:

• Soy diferente: No soy como los otros candidatos. Soy más simpático, más inteligente, pero no presumido; con más experiencia, pero sin dejar de ser juvenil. Yo no me he enriquecido en mis puestos públicos. Yo sí sé cómo se gana el dinero con esfuerzo. Sé hablar bien, hablar “bonito”. Soy un triunfador. Soy de confiar; puedes creer en mí: yo no te voy a fallar. Yo si te cumpliré.
• Soy independiente: Yo no soy un político tradicional. Todos los partidos apestan, por eso yo no pertenezco a ninguno. Bueno, si lo hice en el pasado, pero estoy arrepentido y ahora voy a romper con todos ellos. No voy a seguir sus malos ejemplos. Yo soy el cambio. Conmigo si se puede, con los demás no. Me rodearé de gente independiente como yo, para gobernar. Porque yo soy un ciudadano de a pie, como tú.
• Soy como tú: Este es un tipo de manipulación que requiere que el candidato se adapte a diferentes públicos. Tiene que adaptarse a como es, o como quisiera ser cada votante. Y su auto descripción cambia en cada acto político. Soy pobre, como tú. O por lo menos, fui pobre. Soy de tu mismo Estado. Estudié en el tipo de escuelas donde tu estudiaste. Las he pasado duras, como tú. A mí nadie me ha regalado nada, igual que nadie te ha regalado a ti. Soy honesto. Estoy molesto por lo que pasa en este país. Soy un triunfador, como tú. Hice mi dinero con esfuerzo. Yo también tuve una madre santa, que me dio mis valores.
• Soy la solución: Yo sé cómo hacerlo. Conozco la solución. Yo sí sé cómo gobernar. Yo tendré mano fuerte. Yo te protegeré de todos los males. Conmigo habrá paz y prosperidad. No permitiré que nada malo te pase.
• Los demás son malos: Te voy a demostrar que los demás son malos. Esa es la demostración de que soy bueno. Fíjate como me atacan. Porque están nerviosos, porque me tienen miedo. Soy una amenaza para ellos, porque son malos. La prensa es mala, son vendidos y, como me atacan, quiere decir que soy bueno. Soy la víctima de todos ellos. Pero tú no lo vas a permitir, porque tú no eres malo como ellos. Todos se han unido contra mí, porque son malos y no quieren que yo gobierne.

Estos no son más que algunos ejemplos. En todos ellos hay una manipulación: quieren provocar simpatía, enojo, misericordia, atracción, repulsión. Quieren hacerlos parecer como razonamientos, pero no lo son. No nos hacen pensar: nos hacen sentir. Y sentir del modo que le convenga al candidato.

 

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