“Desobedecía a mis padres, les pegaba a mis hermanos, me robaba el dulce y la fruta”.
Hoy, hoy, hoy
Sábado 9 de junio. Una mujer mexicana extraordinaria, Concepción Cabrera (1862-1937) –esposa, madre, viuda, abuela y espléndida líder de fuerte vocación fundacional- ha recibido el documento papal que aprueba su proceso de beatificación.
Se trata de un verdadero ícono feminista, a quien este escribano podría ubicar en sus aportaciones como filósofa, mística, escritora y visionaria adelantada a su tiempo.
Una vida, una visión
Coincidiendo con el maestro Jesús Urtega L. (“Los defectos de los santos”, Ed. Minos) es frecuente que figuras como la de Concepción Cabrera, se presenten llenas de candor, mirando a lo etéreo, y con cara de enfermedad incurable. Conchita no tenía nada de eso. Era tan humana como cualquiera de mis bellísimas lectoras, a excepción de una Misión de vida que aceptó hasta el extremo. Conchita, además, nunca se permitió “enfermarse de importancia”, de arrogancia intelectual o vanidad sapiencial. Y eso da forma a sus enormes atributos como ícono feminista.
Uno de esos destellos de humanidad, ella misma lo comenta: “Desobedecía a mis padres, les pegaba a mis hermanos, me robaba el dulce y la fruta”.
Una amplia labor social lo realizaba con los empleados y los hijos de estos, a quienes enseñaba a leer y escribir. Este es un segundo atributo importante: su visión para desarrollar el talento humano.
Aparecen dos obras fundacionales de primer calibre: El apostolado y la congregación de las Religiosas de la Cruz. Es esa visión a favor de quienes menos tienen, menos oportunidades han recibido o son parte de los excluidos y descartados –en expresión de SS Francisco- lo que impulsa la vida y la labor auto-impuesta de Concepción Cabrera.
El nuevo enfoque del matrimonio
La tendencia de su trabajo en la vida comunitaria adquiere centralidad, colocando al matrimonio y la familia en una posición privilegiada desde la visión que Dios le propuso: “Me das más gloria en el estado en que te tengo (casada) que en el claustro”, le dice el Señor. Y también, se lee en sus textos: “Te casaste para mis altos fines… para tu santificación y la de otras almas… para ejemplo de muchos que creen incompatible el matrimonio con la santidad…” Por lo mismo, desafía la inteligencia de su tiempo: “¡Bendito sea Dios por todo!”.
El centro de sus textos
Adicional a su profundo fervor mariano, se deducen un par de temas que ocupan la mayor parte de su obra literaria: la confianza en Dios y en Su Providencia; y la continua y continuada evidencia de que ella amó al Señor” con todo su corazón, con toda su mente, con todas sus fuerzas”. Y en ello sustentaba su tarea laical.
Esta perspectiva de vida la hizo una mujer fuerte, justa, generosa y líder. No extraña entonces, el planteamiento del Decreto Pontificio: “Que en este caso y para el efecto de que se trata, constan las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad, tanto hacia Dios como hacia el prójimo y también de las virtudes cardinales de Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza y las anexas a ellas, en grado heroico, de la Sierva de Dios Concepción Cabrera viuda de Armida, Madre de familia”. La publicación se realizó en Roma, el 20 de diciembre de 1999.
Al momento, se estima que de sus libros se han hecho más de un millón de copias en diversas lenguas. Por ello, no resulta excesivo establecer un parangón entre Catalina de siena, Teresa de Ávila o Concepción Cabrera, actualmente, un extraordinario ícono feminista.
Obvio, las radicales feminazis no hablarán jamás de ella. ¿Será porque está en camino a los altares? Es pregunta.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com