¿Cuál fue el resultado de este acto populista?
Soy originario de Ciudad Obregón, Sonora, del llamado Valle del Yaqui. El otrora “granero de México”. En noviembre de 1976, el Presidente Luis Echevarría Álvarez (quien gobernó de 1970 a 1976) y, a escasos días de dejar su cargo, decidió expropiar los terrenos agrícolas del sur de Sonora (incluidos terrenos del Valle del Mayo), que eran propiedad de cientos de agricultores que se ganaban la vida y las de sus familias, en forma honrada, sembrando trigo, sorgo, maíz, cebada y otras semillas. Llegó a ser un importante polo de desarrollo económico por su abundante producción agrícola y, lógicamente, floreció también la ganadería, el comercio y las agroindustrias.
Muchas empresas decidieron poner sus sucursales en estas prósperas tierras del noroeste del país.
¿Qué ocurrió después de esa expropiación agrícola de 1976? Significó un brusco rompimiento de la economía regional. Sobrevino un gran desempleo entre los campesinos y empleados, quienes paradójicamente resultaron ser los más afectados. Muchos comercios cerraron o redujeron al mínimo sus ventas. Las agroindustrias se vieron seriamente perjudicadas.
¿A quiénes les fueron entregados los terrenos, en ese populista y demagógico acto de expropiación, de Luis Echeverría? A personas que el mismo Presidente mandó traer de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, etc. Y que, por supuesto, no tenían noción alguna de las faenas agrícolas.
Cito un ejemplo que afectó a mi familia. Mi Tía Catalina tuvo 7 hijos y muy joven enviudó. Tenía 100 hectáreas de cultivo y, como es de suponerse, de la renta de sus tierras vivían modestamente ella y sus hijos. Pues, por orden del Presidente Echeverría le fueron quitadas 70 hectáreas y sólo le permitieron conservar 30. Ya se imaginarán los años de penuria económica que padeció mi Tía Catalina y su familia. Sus terrenos fueron entregados a unos músicos de una conocida banda regional, ¿y qué sabían de agricultura? ¡Absolutamente nada!
¿Qué hicieron todos los “arribistas” a los que les fueron entregados gratuitamente esos terrenos agrícolas? Como no tenían conocimiento ni experiencia alguna en esta materia, de inmediato comenzaron a rentar las tierras; otros vendieron tractores, trilladoras, niveladoras, etc. y, finalmente, la gran mayoría remató sus tierras y se regresaron a sus estados de origen.
¿Cuál fue el resultado de este acto populista? El Valle del Yaqui se empobreció tremendamente y muchas personas decidieron emigrar a Estados Unidos o al Centro del país, en busca de otras oportunidades. Hasta le fecha esta zona del país continúa severamente afectada en todos los aspectos de su economía regional y desapareció aquel famoso “granero de México”.
Les recomiendo buscar en www.youtube.com las biografías de Luis Echeverría y, el siguiente Presidente, José López Portillo (1976-1982), con guiones magistralmente escritos y llevados al video por el reconocido historiador, Enrique Krauze.
Les sugiero leer también el acertado libro, “Los últimos 91 días” [de Luis Echeverría], (Ed. Grijalbo, México, 1978, 286 págs.), escrito por el insigne y valiente periodista, Carlos Loret de Mola Mediz (abuelo del actual comunicador). En esa publicación va relatando día por día todas las medidas injustas, radicales, absurdas y contradictorias de este Presidente que tanto daño causó en la economía nacional y afectó a la estabilidad política y social de México. Loret de Mola murió extrañamente en su coche, cuando iba de camino a Acapulco, y fue empujado por un vehículo hasta el fondo de un barranco. La mayoría de la población no duda en calificar este hecho como un brutal asesinato del comunicador que tuvo la honradez y valentía de enfrentarse a ese “Presidencialismo Imperial” (Animo a la lectura del libro “La Presidencia Imperial” de Enrique Krauze (Tusquets Editores, 2001, 420 páginas) quien relata a detalle muchos aspectos de este sistema dictatorial.
En años anteriores, Luis Echeverría fue Secretario de Gobernación (1964-1970), y se vio implicado en la matanza de estudiantes en la Plaza de Tlaltelolco el 2 de octubre de 1968.
Otro Presidente Populista, fue José López Portillo. El primero de septiembre de 1982, firmó un decreto de la nacionalización de la banca privada. Generando una fuga masiva de capitales, desconfianza de la inversión extranjera y, sobre todo, una galopante inflación en que todo se encareció y los precios de los alimentos básicos para los hogares mexicanos, se dispararon a unos niveles inéditos en la historia del país.
Como era de esperarse el país se empobreció en forma notable. Tanto en los gobiernos de Luis Echeverría como de López Portillo sobrevinieron fuertes devaluaciones del peso. El siguiente Presidente, Miguel de la Madrid (1982-1988), no supo generar confianza en la ciudadanía y cometió medidas bastante desacertadas y la inflación subió en forma dramática. Así que pronto, un billete de $1,000.00 pesos, con el que se podían comprar muchas cosas, pasó a convertirse en tan sólo ¡un peso! En efecto, esa moneda diminuta que observamos ahora y que sirve para muy poco, tenía un gran valor económico -antes de los gobiernos tiránicos y de notable censura sobre los medios de comunicación- durante los sexenios de los Presidentes mencionados.
Se avecinan las elecciones del primero de julio, y me parece de justicia, exponer a los jóvenes y personas de mediana edad, que no vivieron ni fueron testigos de estos lamentables hechos ni están suficientemente informados de la realidad histórica de los gobiernos populistas.
Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores (Paco Ignacio Taibo II, Yeidckol Polevnsky, Dolores Padierna, Claudia Sheinbaum, Martí Batres, etc.) son grandes admiradores de la imposición del marxismo-leninismo instaurada en Venezuela por Hugo Chávez y, actualmente, con Nicolás Maduro. La pregunta es, ¿no resulta provechoso aprender de las lecciones que nos brinda la historia sobre los gobiernos populistas y totalitarios, como Cuba (Fidel y Raúl Castro), la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (Recomiendo dos lecturas: “El Ogro Filantrópico” de Octavio Paz (Editoriales FCE y Seix Barral, 1979, 352 páginas), así como “Archipiélago Gulag” (acerca de los campos de concentración en Rusia) de Alexandr Solzhenitsyn (Tusquets Editores, Barcelona, 1973), Venezuela, Vietnam, Nicaragua y tantos otros países que han caído bajo las férreas botas de la dictadura; en las que se ha eliminado de golpe la democracia; sus economías se han ido a la quiebra; fueron arrebatadas completamente las libertades ciudadanas, pisoteados los derechos humanos y la dignidad de las personas?
Ya en serio, ¿realmente piensas que “el cambio por el cambio” es la mejor solución para México”? ¿Quieres a un gobierno socialista y presidencialista durante 6 años o muchos más? ¿O vas a ceder ante los encantos y utópicas promesas de ese sexagenario “mesías tropical”? Te recomiendo razonar y meditar tu voto en las próximas elecciones presidenciales.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com