“La renuncia es la única variedad de acción no envilecedora”, Cioran
La renuncia a la candidatura a la presidencia de Margarita fue no sólo un acto de convicción personal y congruencia política sino también una generosa entrega a su país y a la política misma. Con todo en contra, la sensatez y sentido de la responsabilidad pública son ingredientes indispensables en ese acto individual y de beneficio colectivo.
He tenido la suerte de participar en varias campañas presidenciales, de estar metido en política de una u otra manera desde hace años. Y hace mucho tiempo que no veía en un equipo el contagio, la enjundia y la entrega como el que formó Margarita en el proyecto de su campaña que duró casi tres años.
Particularmente el equipo que le acompañó el último tramo, el de la salida del PAN, la consecución de firmas y la renuncia, me pareció notable por su entrega, coraje y capacidad. Un equipo lleno de jóvenes, de personas comprometidas con su país. Es un equipo que hace varios meses dejó de percibir sueldo y siguió con la misma entrega y arrojo.
Participar en una campaña testimonial o de causa, como se conocen las candidaturas que aspiran a llegar a los dos dígitos, es algo diferente a lo que se vive normalmente en el ámbito electoral de nuestros partidotes particularmente por la falta de recursos económicos y escasa capacidad de propaganda. La campaña de Margarita fue una campaña a la “antigüita”: sin dinero, con pura entrega, con más ganas que herramientas. Hay que destacar que los voceros de Margarita hicieron un papel relevante en las mesas de debates, a la altura de los demás partidos, que mandaban políticos experimentados.
Especialmente llamativo resultó Fernanda Caso, la representante de Margarita ante el INE, cuya inteligencia, talento político y juventud desbordó en diversos medios de comunicación. Margarita fue su equipo, no tengo duda, fue su motor y su conciencia, su fortaleza.
La renuncia de Margarita en mucho la engrandece. En medio del desprestigio de la clase política, de su sometimiento al dinero y al cinismo, una mujer opta por dar soluciones éticas a los retos que la realidad política le plantea. La renuncia en política tiene muchos significados. Uno de ellos es el de la aportación generosa a la solución de conflictos o problemas de difícil resolución. A parte de mostrar un sentido de la realidad muy claro, Margarita mostró que sabe anteponer los intereses del país a los propios. Que no tenía una obsesión sino una misión, algo que decirle y mostrarle a sus compatriotas: un mensaje y una actitud en la política. Curiosamente, el día de la renuncia de Margarita, mi madre cumplió 69 años de militar en el PAN.
Personalmente debo decir que la decisión de Margarita me enorgullece porque deja en claro el sentido de la ética política en la que ella se formó y en la que cree. Es también una aportación a sus electores y al proceso electoral y es una lección de entereza a la clase política. Me siento afortunado de ser su hermano y de haberla acompañado en este trayecto.
Nosotros, los margaritos, los que fuimos su equipo – y no me equivoco al hablar por ellos- tenemos la satisfacción política de haber estado con ella, la certeza moral de haber creído en ella, la dicha de haber caminado con ella, y el placer de la admiración a una persona congruente y consistente, un ser humano integral, una amiga ejemplar y una líder entrañable. Por eso y por tu esfuerzo, muchas gracias, Margarita.
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