Nadie duda que en este año del 2018 se juegan una de las elecciones más importantes de la historia de México.
El sistema político de México es formalmente una democracia con un Instituto Nacional Electoral (INE) bien armado que busca garantizar un proceso electoral limpio y transparente en orden a un sufragio efectivo. Varios partidos políticos contendrán en estas elecciones. La existencia de dichos partidos políticos, en teoría, asegura la representatividad de los diversos sectores de la sociedad mexicana.
Al menos en la formalidad de la ley, existe libertad de expresión y una libertad de prensa (aunque algunas estadísticas señalan a México como uno de los países en donde más se acosa a periodistas por parte del gobierno), libertades que permiten una circulación de ideas a favor o en contra de tal o cual candidato con sus respectivas réplicas y contraréplicas.
El siglo XX ha quedado atrás en donde por 71 años existió la dictadura del partido tricolor según unos, o la existencia de un partido tricolor hegemónico según otros. El año 2000, para muchos, representaría el inicio de un México democrático más allá del caótico siglo XIX junto con su dictadura porfirista, y del siglo XX con la lucha revolucionaria junto con su partido tricolor ya sea dictatorial o hegemónico como ya se ha mencionado.
En lo descrito en los anteriores párrafos se da la impresión que para estas elecciones del 2018 en donde se elegirá presidente de la República Mexicana, senadores, diputados federales, gobernadores, presidentes municipales y diputados locales; dichas elecciones tienen que ser una fiesta democrática en donde el ganador debe ser México y todos los mexicanos.
Sin embargo, la formalidad de la democracia mexicana no existe en abstracto, sino que se encarna en una sociedad determinada y condicionada culturalmente e históricamente. ¿Qué nos muestra esa sociedad mexicana de este 2018 en donde Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se presenta como candidato a la presidencia de la República Mexicana?
Analizando los procesos electorales después del 2000 se puede apreciar que el abstencionismo en materia de votos junto con los votos nulos es muy significativo, ante esto muchos animadores de la fiesta democrática proclaman a gritos: “voten por favor, por quien deseen, pero voten; no regales tu voto”, o bien, “vota, no dejes que otros decidan por ti”. Resulta paradójico que en México se tiene un sistema electoral muy caro, es decir, que cuesta muchos millones de pesos que son obtenidos de los impuestos de los mexicanos, para que una muy buena cantidad de esos mexicanos no acudan a sufragar o bien anulen su voto.
¿Por qué el fenómeno de la abstención y/o el voto nulo? En el siglo XX podría comprenderse perfectamente, ya que el partido tricolor monopolizando los distintos niveles de gobierno se daba el lujo de organizar las elecciones, con la consecuencia de que ganaban las elecciones los candidatos de dicho partido, hasta que se cayó el sistema en 1988, y a pesar de eso, el “bueno”, es decir, el candidado del partido tricolor, ganó la presidencia. Pero todo eso comienza a cambiar durante la década de los 90´s y a partir del año 2000, con un Instituto Fedral Electoral (IFE) cada vez más independiente del gobierno y ahora con un INE mucho más perfeccionado se busca garantizar, como ya se señaló, el sufragio efectivo. Pero el fantasma o, mejor dicho, la posibilidad de que el abstencionismo y la nulidad vuelvan a ocupar un lugar muy honorable en las estadísticas electorales de este 2018, no deja de ser una amenaza muy negra para la democracia mexicana.
El abstencionismo electoral y la nulidad del voto suponen una desconfianza en aquellos que pudiendo sufragar, deciden no hacerlo o bien no votan por candidato alguno. Esa desconfianza en la sociedad mexicana está centrada más en los candidatos a puestos públicos junto con sus respectivos partidos políticos, que en la falta de transparencia de los procesos electorales.
Andrés Manuel López ha sido muy hábil en su discurso. Desde que fue Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal comienza hablar de esperanza. AMLO ahora como candidato del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) sigue hablando de esperanza con el mensaje de que AMLO es la esperanza de México. ¿Cuántos mexicanos desesperados porque los partidos y los políticos no han cumplido con el bien de la sociedad mexicana se enganchan con el discurso de esperanza de AMLO?
continuará…
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com