Este tema es medular para tener una vida familiar estable y feliz.
Es un tema pasado de moda para las generaciones nuevas, pero necesario para poner muy claras las reglas del juego y tener así un ambiente familiar adecuado y propicio para el desarrollo integral de los hijos y para la salud mental y espiritual de los papás.
Jesús mismo lo consideraba así ya que uno de los mandamientos que nos dejó es precisamente el de honrar y respetar a los padres.
Pero lo más interesante es que ese respeto también tiene que ir de los padres a los hijos ya que son personas y tienen una dignidad que debemos respetar.
Es por esto que yo considero un arte el tema de la autoridad y respeto con los hijos por eso hoy te dejo mis 5Tips para lograr ejercer una autoridad adecuada con nuestros hijos y lograr así el respeto.
Primero. La autoridad viene de Dios.
Por mucho que queramos a nuestros hijos, ellos deben comprender que nosotros somos los papás y que tenemos una gracia especial para poder educarlos y que la autoridad que tenemos sobre ellos nos la ha dado Dios por el simple hecho de que somos sus papás.
Esto no quiere decir que podamos ser autoritarios con nuestros hijos y que podamos pasar por encima de ellos para hacer lo que nosotros queremos.
La autoridad sana es aquella que guía, convence y no vence a costa de lo que sea.
Ejercer la autoridad también conlleva una gran responsabilidad ya que de ella depende la salvación de las almas de los que están bajo su cuidado.
Por eso debemos hacerles comprender a nuestros hijos que lo que les pedimos es para su bien y que lo hacemos con la mejor intención de que sean hombres y mujeres de bien y que lleguen a la vida eterna conforme a la voluntad de Dios.
Segundo. Pon límites.
Es muy importante aprender a poner límites claros y que los hijos los conozcan bien.
También es necesario aprender a decir “no” sin sentir culpas o remordimientos ya que es necesario ir acotando los pasos de nuestros hijos para que vayan por el camino más seguro para cumplir la meta.
Poner límites es hacerles el camino fácil, aunque ellos no lo vean así por el momento.
Los límites deben ser claros y deben tener una consecuencia si los pasan. Nuestros hijos los deben conocer y estar conscientes de ellos.
El padre de familia que le permite hacer todo a sus hijos demuestra que no les quiere porque solo busca su bienestar temporal y no busca firmarles y moldearlos para que sean hombres y mujeres de bien.
Tercero. No eres “cuate” de tus hijos.
Muchas veces tratamos de hacernos amigos de nuestros hijos para que nos tengan confianza y podamos hablar de lo qué hay en su corazón , pero a veces se mal interpreta esto y se pasa el límite de lo sano, volviéndose cuate de lo hijos y brincando el respeto que se debe tener.
Se puede ser amigo de los hijos siempre y cuando el respeto sea el común denominador en todo esto.
Es mejor que seamos papás de nuestros hijos que amigos porque nuestra misión es educarlos y formarlos.
Cuarto. Gánate su respeto.
Si pensamos que por el simple hecho de que somos los papás ya tenemos garantizado el respeto de nuestros hijos, estamos muy equivocados.
Aunque sean pequeños, ellos se van dando cuenta si nos deben respetar o no.
Si hacemos cosas que no debemos hacer. Si no somos coherentes con nuestra vida, el respeto se pierde y es necesario conquistarlo día a día con nuestras actitudes y con nuestra compañía para nuestros hijos.
Si nosotros actuamos mal y vamos por la vida pisoteando a la gente nuestros hijos aprenderán a tratarnos así.
Nuestros hijos son el reflejo de lo que les enseñamos.
Además debemos educarlos para que respeten a las personas por el simple hecho de que son personas.
Y quinto. Educa con el ejemplo.
Por último y lo más importante. Se educa en todo momento, nuestros hijos nos observan siempre y nos piden a gritos que les corrijamos y les pongamos límites.
Así que debemos tener una actitud de respeto en todo momento y debemos ejercer nuestra autoridad con amor y desde el amor.
De esta forma siempre buscaremos el bien de nuestros hijos. Que nuestra intención siempre sea buena y que nuestras acciones vayan de acuerdo a ella.
No actuemos por descargar nuestras frustraciones y desquitarnos con nuestros hijos.
Si queremos sacar con ellos nuestra frustración, seguro que ejerceremos un autoritarismo y no una sana autoridad.
Recuerda que el amor debe ser el motor para educar a nuestros hijos. Así todo lo que hagamos buscará su bien y su crecimiento.
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