Aunque estemos pasando en México por unos problemas extraordinariamente graves, la trascendencia de los mensajes de su Santidad en Colombia pueden adaptarse muy bien a nuestras circunstancias y aprovecharlos para nuestra paz interior.
Del primer día del Papa en Bogotá, el encuentro con los Obispos y luego en el CELAM, eran un asunto crucial. Pero es necesario reconocer que la sintonía entre Francisco y los jóvenes fue espectacular. El Papa dijo que iba a aprender y todos aprendimos de la receptividad y entusiasmo de esa juventud vibrante ante el panorama noble y generoso que les ofrecía. Por eso, Su Santidad al hacer memoria de lo sucedido, resalta el futuro de Colombia: su juventud que les llena de orgullo.
El segundo día en Villavicencio, zona azotada por la violencia y también por los ataques al medio ambiente. Se afrontan heridas graves y profundas. El mensaje de fondo: “la familia, escuela de reconciliación: La reconciliación, con Dios, con los colombianos y con la naturaleza”.
El Cristo de Bojayá llegó a Villavicencio para ser testigo de la oración por la reconciliación nacional en el Parque Las Malocas. Es un Cristo mutilado con un “cilindro bomba” lanzado por los guerrillero de las FARC, el 2 de mayo de 2002, en el municipio de Bojayá. Murieron un centenar de personas, entre ellos varios niños.
En la base aérea militar de CATAM, en la Capital, el Papa agradece a los veteranos de guerra, militares, policías, personal de defensa y al obispo castrense todo lo que hacen, lo que han hecho y lo que seguirán haciendo por la paz.
Ese día, se escucha: ¡Francisco, hermano, ya eres colombiano!
El día comienza con la Santa Misa. Se beatifica a dos víctimas del conflicto, muertos en defensa de la fe: Mons. Jesús Emilio Jaramillo y del padre Pedro María Ramírez Ramos. “¡Basta una persona buena para que haya esperanza! No lo olviden” y “cada uno de nosotros puede ser esa persona” ha afirmado el papa .
Como ese día se celebra la natividad de La Virgen, el Papa en la homilía se refiere a Ella: “¡Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, es el nuevo amanecer que ha anunciado la alegría a todo el mundo, porque de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios!”. Ella nuevamente aparece para recordarnos que es nuestro auxilio, Ella da más fuerza a nuestra oración y atiende nuestras necesidades. “María es el primer resplandor que anuncia el final de la noche y, sobre todo, la cercanía del día”.
Más adelante Francisco dice: “¡Cuántos de ustedes pueden narrar destierros y desolaciones!, ¡cuántas mujeres, desde el silencio, han perseverado solas y cuántos hombres de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores, queriendo combinar justicia y bondad! ¿Cómo haremos para dejar que entre la luz? ¿Cuáles son los caminos de reconciliación? Como María, decir sí a la historia completa, no a una parte; como José, dejar de lado pasiones y orgullos; como Jesucristo, hacernos cargo, asumir, abrazar esa historia, porque ahí están ustedes, todos los colombianos, ahí está lo que somos y lo que Dios puede hacer con nosotros si decimos sí a la verdad, a la bondad, a la reconciliación. (Aplausos de la gente) Y esto sólo es posible si llenamos de la luz del Evangelio nuestras historias de pecado, violencia y desencuentro” (…)
“Esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales. El recurso a la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia. Más bien, como ha enseñado san Juan Pablo II: “Es un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renunciar a los intentos de pseudo justicia; es fruto de sentimientos fuertes, nobles y generosos, que conducen a instaurar una convivencia fundada sobre el respeto de cada individuo y de los valores propios de cada sociedad civil”.
En el parque Las Malocas se celebró el Gran Encuentro de Reconciliación Nacional. El Papa invitó a conocer la verdad, pero no para vengarse, sino para perdonar. Estaban presentes representantes de las víctimas de la violencia, militares, agentes de policía, ex guerrilleros
Los testimonios son impresionantes: Juan Carlos de las FARC salió gracias a su reencuentro con Dios. Organiza el deporte para rescatar a jóvenes de las armas y las drogas. Deisy Sánchez Rey dejó las armas, reconoce su daño y ahora ayuda profesionalmente a jóvenes vulnerables y personas adultas en rehabilitación. A Luz Dary Landazury una explosión le fracturó la tibia y el peroné, su hija Luz Ariana, de 7 meses, se recuperó de sus heridas: ha salido de la rabia y el rencor, porque así transmitía odio y creaba más violencia. Ahora da gracias a Dios por haber comprendido que ayudar a los demás no es tiempo perdido, sino que la enriquece.
Pastora Mira García, católica, viuda y desde los 6 años de edad, víctima de la violencia: matan a su padre y a su primer marido, queda con una hija de 2 meses, a quien secuestran y matan ya mayor. Seis años después matan a su hijo menor. Tres días después de sepultarlo, atiende, a un jovencito herido. Ese joven vio sus fotos y se identificó como uno de los asesinos y dijo cómo lo habían torturado antes de matarlo. Gracias a Dios y a la ayuda de “Mamita María”, le ayudó sin causarle daño.
Francisco les dice: “Queridos hermanos y hermanas: Desde el primer día he deseado que llegara este momento de nuestro encuentro. Ustedes llevan en su corazón y en su carne las huellas de la historia viva y reciente de su pueblo, marcada por eventos trágicos pero también llena de gestos heroicos, de gran humanidad y de alto valor espiritual de fe y esperanza. Vengo aquí con respeto y con una conciencia clara de estar, como Moisés, pisando un terreno sagrado (cf. Ex 3,5). Una tierra regada con la sangre de miles de víctimas inocentes y el dolor desgarrador de sus familiares y conocidos.” (…)
“Quisiera, finalmente, como hermano y como padre, decir: Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar. No temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades”.
“Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno” dijo el Papa, y alienta a cada una de las personas que han dado su testimonio.
El Papa confía en la fuerza de la oración y en la apertura de los colombianos a la ayuda de la gracia.
Antes de retirarse a descansar, en la Nunciatura, en Bogotá, visiblemente emocionado por la intensidad de los sucesos vividos ese día el Papa dice:
“Buenas tardes y gracias, gracias por las cosas lindas, gracias por el baile, gracias por el canto, gracias por estar aquí todos. Muchas gracias”, les dijo el Papa. Le pidió también a una niña que relea una frase que había dicho sobre la vulnerabilidad y añadió:
“Queremos un mundo en el que la vulnerabilidad sea reconocida como esencial en lo humano. Que lejos de debilitarnos nos fortalece y dignifica. Un lugar de encuentro común que nos humaniza”, porque “todos somos vulnerables, todos.
¿Quién es la única persona que no es vulnerable?, preguntó el Pontífice, a lo que uno de los presentes respondió: ‘Dios’. “En la esencia de lo humano esa necesidad de ser sostenido por Dios”. Por eso “no se debe, no se puede descartar a nadie, ¿está claro? Porque cada uno de nosotros es un tesoro, que se ofrece a Dios, para que Dios lo haga crecer según su manera”.
Después de rezar junto a los presentes un Ave María, les impartió la bendición. “Y no se olviden de rezar por mí porque yo soy muy vulnerable”.
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